lunes, 1 de junio de 2015

El mercader de corazones

Esta es la historia de un viejo mercader, cuya principal mercancía eran los corazones, sentía un cariño muy especial por cada uno de ellos, principalmente por aquellos que habían llegado a él heridos.


Era famoso por dos cosas: primero sus productos eran muy exclusivos, lo que me lleva a la segunda, no se los vendía a cualquiera, sin importar cuánto dinero ofreciera el interesado si el mercader consideraba que no era digno de sus artículos tenía el derecho de rechazar cualquier oferta por muy elevada que esta fuera. Es caso de que el interesado lograra concretar la compra existía una clausula en el contrato que era indiscutible: el mercader tenía el derecho de quitarle el corazón al comprador si este resultaba ser malo con él y por último aceptaba todo tipo de devolución, cualquiera que fuese la razón, así mismo reembolsaba el pago total del cliente.

Los otros mercaderes decían que era una idea terrible debido a que las ganancias se convertían en pérdidas a lo que él respondía:
- Justo por eso mis queridos amigos es que no entregó mis productos si el interesado no se lo merece, además prefiero devolver el pago y cuidar nuevamente de ese corazón a que se quede abandonado.

Nadie entendía sus métodos de venta, ni siquiera sabían su origen o él porque comenzó a lucrar con ese singular producto. Obviamente existían cientos de rumores sobre eso, algunos decían que comenzó siendo muy joven cuando alguien hirió a una persona cercana a él, otros que era un loco esquizofrénico y unos más creían que era el mismísimo Cupido disfrazado de un simple mortal.

El mercader jamás prestó atención a esos chismes ni se molestaba en aclarar nada, estaba muy ocupado con sus tesoros, dándoles mantenimiento, consintiéndolos, apapachándolos, reparándolos y diciéndoles los bellos y especiales que eran, claro que no era una tarea fácil, sobre todo porque la gran mayoría de ellos llegaban hechos un drama y un mar de lágrimas; el mercader tenía paciencia de santo y poco a poco hacía que volvieran a su esplendor natural.


Una vez que el corazón volvía a brillar, el mercader lo ofrecía al público, todos ellos ansiaban ser adquiridos excepto por uno, quien al parecer era muy desconfiado y cuando un cliente se acercaba a ver la mercancía se escondía detrás de sus compañeros. El mercader nunca le dijo nada puesto que conocía su historia y por lo tanto comprendía su miedo.
- ¿Por qué no te deshaces de él? – preguntaban los demás.
- Porque es especial – respondía el mercader.

El tiempo pasaba, unos corazones se iban y otros nuevos llegaban, el mercader se sentía orgulloso de sus pequeños, le alegraba verlos crecer e irse de su lado con una gran sonrisa y llenos de esperanza, a excepción de ese pequeño que seguía escondiéndose.
- ¿Qué pasa corazón? – le preguntó - ¿No quieres tener una nueva aventura y seguir adelante como tus compañeros?
- No – respondió – tengo miedo
- Todos lo tenemos, es algo inevitable, pero esta en cada uno de nosotros el permitirle a ese miedo que tenga poder sobre nosotros y nos impida seguir adelante.
El corazón se quedó pensando sobre esa conversación, no quería que el miedo determinara su vida y siguiera controlando sus decisiones, pero se había escondido tantas veces que ya era natural, casi un reflejo agacharse y ocultarse de las miradas curiosas, pero se prometió a si mismo que la próxima vez enfrentaría ese miedo y daría un pequeño vistazo.

Cierto día, un periodista que andaba en busca de nuevas noticias, se encontraba cerca de la carpa del
mercader, le llamó la atención ver a tantas personas haciendo fila afuera, se detuvo unos minutos a observar a la gente salir, algunos de ellos iban muy sonrientes con un paquete en sus manos, otros parecían enojados y maldecían una y otra vez al vendedor, y por último habían unos cuantos tristes por no poder realizar una compra.
- Disculpe – le dijo a una mujer que iba saliendo de la carpa con un paquete - ¿qué es lo que venden ahí?
- Corazones – respondió ella y continuo su camino.
¿Corazones? Se preguntó el hombre, ¿qué clase de loco vende corazones? y peor aún ¿quién los compra?, seguramente es un loco vendedor del mercado negro, de esos que trafican órganos.
Un foco se encendió dentro de su cabeza y sin pensarlo dos veces se formó en la fila, esperando conseguir una entrevista con el vendedor.

Horas más tarde, cuando el ocaso estaba por llegar, finalmente era su turno, se quedó un poco sorprendido, no había ningún producto ofreciéndose en la carpa, el mercader vio al hombre de arriba abajo, analizando cada detalle de su ser.
- ¿Ve algo que le guste? – preguntó
- La verdad no sé qué estoy buscando, verá soy periodista y …
- ¿Una historia quizá? – interrumpió el mercader – ha llegado al lugar indicado amigo mío, pero debo decirle que aquí únicamente encontrara el inicio de una.
- Me temo que no lo entiendo
- Eche un vistazo a la mercancía, quizá así todo le será más claro.
- Sigo sin entender, aquí no hay nada.
- Tiene que mirar más allá, no use los ojos, sino su corazón.

El periodista comenzó a mirar con detenimiento las mesas y estantes a su alrededor y poco a poco pudo comenzar a ver corazones unos detrás de otros, eran de toda clase, grandes, pequeños, sonrientes, picarones, nerviosos, divertidos, todos ellos ansiosos de ser adoptados. 

Estaba medio perplejo y a la vez maravillado ante tan peculiar mercancía, eran cientos de ellos los que lo miraban con curiosidad, pero hubo uno que atrajo su atención de inmediato.
 - Ese  - señaló a un pequeño corazón que acaba de asomarse para ver al nuevo comprador.
- ¿Está seguro? – preguntó el mercader.
- Sí, ¿por qué no habría de estarlo?
- Ese corazón es sumamente especial, es tímido y frágil, ha sido herido muchas veces y mis intentos por sanarlo no han sido tan exitosos como con los otros…
- Yo lo sanaré – interrumpió el periodista.
- Aún tiene un par de fallas – continúo el mercader – es explosivo y suele llorar mucho, no se lleva del todo bien con los otros corazones, además es muy costoso, ¿por qué no se lleva uno de los estantes de alla?
- Porque lo quiero a él, los otros son bellos no lo niego, pero ese es especial.
El pequeño corazón se fue acercando poco a poco al mercader y al periodista.
- De acuerdo – dijo el mercader – si ese es el que quiere prepararé el contrato.

El corazón miró por un momento al hombre parado junto a él, sintió una ligera vibración en su interior, le pareció extraño, dado que hacía tiempo que no sentía eso, y corrió con el mercader
- ¡Van a adoptarme! – gritó emocionado.
- Así es – sonrío – parece que es tiempo de partir.
- ¿Qué pasa si un día ya no me quiere?
- Eso no pasará, eres un corazón maravilloso, déjalo ver cuán especial eres, además él es un buen hombre, sus ojos lo gritan.
- Pero ¿Y si pasa?
- Si eso llegara a ocurrir siempre puedes volver a casa, yo estaré aquí para cuidarte.
El corazón sonrió.

Después de firmar el contrato de compra-venta, el periodista sacó su chequera dispuesto a pagar cualquier cantidad por ese corazón que lo había cautivado con tan sólo una mirada.
- ¿Cuál es el precio?
- Compromiso, tiempo y cariño – respondió el mercader.
- ¿Cómo dice?
- Le dije que era costoso, el corazón que me ha pedido es mi favorito, el precio de tenerlo con usted es dedicarle tiempo, decirle palabras dulces, llenarlo de besos y comprometerse a cuidarlo.
El periodista sonrió, tomo al corazón y lo abrazó, el corazón no podía creerlo, por primera vez en muchos años se sintió como nuevo, su brillo interior finalmente salió al exterior.
- Prometo que lo haré.
- Lo sé – el mercader sonrió.

 El periodista dio media vuelta y salió de la carpa con un nuevo corazón al que podría querer, cuidar y consentir, pero no sólo obtuvo eso, tal y como le dijo el mercader, acababa de conseguir el inicio de la mejor historia de su vida.

Escrito por: Sue FC 

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