miércoles, 2 de mayo de 2018

DISERTACIONES: SIN PLABRAS

 Los nuevos hechos de violencia registrados en nuestro país nos tienen a todos consternados, los sentimientos que provocan en las personas van desde la ira incontrolada hasta la desesperanza en la humanidad, sin embargo en todas las percepciones ya sean de coraje o de tristeza, todos sentimos algo en común: LA INDIGNACIÓN.

La semana escuché a algunos comunicadores asegurar que la escalada de violencia los ha dejado “sin palabras”. Me parece que esa postura, aunque sé que es metafórica, es la actitud menos acertada para la coyuntura que se vive en México. Ciertamente la reacción de la sociedad civil ha sido contraria a este precepto, en distintas ciudades del país se organizaron movilizaciones para manifestar a todo pulmón la indignación e impotencia que sentimos ante estos acontecimientos.

No obstante que estoy cierta que hacer “algo” es mejor que “no hacer nada”, me pregunto qué tan útil puede ser salir a las calles a gritar consignas en contra del gobierno o adoptar una postura casi necia, asegurando que, no obstante que las autoridades han detenido (en este caso) a uno de los responsables quien ha narrado con “pelos y señas” como se cometió el asesinato de los tres estudiantes, los resultados arrojados por la investigación de las autoridades son falsos y exigir otra explicación.

Definitivamente no soy fan de todas las actuaciones de las autoridades de este país, sin embargo hay hechos criminales, lamentablemente los más violentos, que son imposibles de prevenir a menos que un policía estuviera las 24 horas con cada uno de los ciudadanos y nos los perdiera de vista (como diría mi abuelita) ni para ir al baño. 

Por ejemplo, algunos de los casos que más nos indignan (y me incluyo por supuesto) son los feminicidios, pero que alguien me explique por favor ¿Cómo el gobierno puede impedir que un maldito enfermo que ha encubierto su sadismo, cite a su novia o amiga o a una prostituta, en un lugar para estar a solas y de pronto se le meta el diablo y la asfixie o la corte en pedacitos o cualquier salvajada enferma que se le ocurra?

Además de medidas “preventivas” como obligar a todas las mujeres a volverse más hábiles que Bruce Lee para defenderse o prohibir el sexo en lugares privados ¿Qué más podría hacer el gobierno cuando un sujeto desquita con una mujer toda la violencia que carga en el alma? 

Supongo que algunos dirán que se deberían implementar programas sociales, fomentar el empleo, etc. etc. pero no debemos perder de vista que en países del primer mundo como nuestros vecinos del norte  (que cuentan con todos esos beneficios) se presentan los mismos fenómenos y algunos peores como los ataques de adolescentes en las escuelas o los desequilibrados que disparan a multitudes o atropellan a transeúntes o hasta los padres que mantienen cautivos a sus hijos para torturarlos, sin mayor objetivo que saciar su sadismo.

En mi perspectiva la opción más efectiva esta en las manos de los ciudadanos; no ocupamos que el gobierno eduque a los niños; ciertamente la palabra es la opción para inculcar valores nuestros hijos, particularmente el respecto al otro y a la vida; en lugar de esperar a que algo indignantemente violento ocurra para salir a gritar consignas a la calle, debemos volver la mirada hacia la institución fundamental que integra a la sociedad: LA FAMILIA.

Y por otra parte, aunque ustedes no lo crean, siempre o casi siempre (como en 90% de los casos), los ciudadanos somos cómplices MUDOS de la delincuencia; alguien siempre se percata de los hechos delictivos pero por “no involucrarse”; decide ser omiso y ni siquiera denuncia (ni siquiera de manera anónima); sin contar los cientos de ocasiones que los familiares de los delincuentes se “hacen de la vista gorda” a pesar de saber perfectamente a que se dedica su pariente.

Yo creo que ya es tiempo de dejar de  esperar a que venga alguien a resolver nuestros problemas, como por ahí alguien dijo “El hombre es el lobo del hombre”. Es momento de reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros debemos representar en este escenario llamado vida (eso también lo dijo alguna persona muy prudente y sabia) para terminar con la violencia exacerbada.

No importa si en la siguiente administración el encargado del Ejecutivo es del partido morado, gris o café, no podrá mejorar la situación porque no está en sus manos, no importa si le da a cada ciudadano dinero suficiente para vivir dignamente, “la mala sangre” no se resuelve con bienes materiales, sino con educando a las nuevas generaciones. No necesitamos una nación Amorosa (aunque sería lindo), nos urge una sociedad responsable, tolerante, consciente y sobre todo HUMANA.