martes, 12 de mayo de 2015

Disertaciones: Cuéntaselo a quien más confianza le tengas…

Hace algún tiempo hubo una campaña publicitaria orientada a evitar el abuso infantil, y animaba a los niños a acercarse a la persona en quien más confiarán a denunciar la conducta de alguna persona mayor que los incomodara a fin de evitar que fueran víctimas de éste delito. A la vez que concientizaba a los adultos a creer en las denuncias de los niños y emprender acciones que atendieran o previnieran éstos incidentes.


Sin embargo, nunca se les indicó a los menores como seleccionar a la persona adecuada a quien acercarse. Reflexionando al respecto con algunos conocidos, la mayoría coincidió que los niños se acercarían automáticamente a sus papás, sin embargo, sólo se necesita convivir con adolescentes y jóvenes, para saber que los adultos a quien menos confianza les tienen es a sus padres.

He tenido la oportunidad de estar cerca de algunos menores que viven experiencias difíciles y su principal objetivo, lejos de resolver el incidente, es que sus papás no se enteren. Generalmente esta información es revelada a sus amigos, quienes son de su misma edad y no tienen la menor idea de cual es la solución que implique menores consecuencias negativas para el protagonista.

En ocasiones, tampoco muy afortunadas, se lo cuentan a algún adulto cercano, que va desde la tía segunda hasta la vecina, pasando por la prima del amigo del jardinero del cuñado del pariente de un conocido de su amigo quien oyó que es “buena onda”, quien seguramente escuchará (a veces de manera morbosa) sobre el problema y opinará de manera poco comprometida y mucho menos corresponsable, lo que cree que podría ser la solución.

Me parece que los adultos también tenemos problemas para identificar a las personas confiables. ¿Cuántas veces nos hemos desilusionado al ver defraudadas nuestras expectativas de presuntos amigos confiables?  La conducta más sana desde luego, es no tener expectativas sobre ninguna persona, ni siquiera de nuestros hijos, pero ¿Es esto posible? ¿O caeríamos en una actitud de franco “sospechosismo” al no confiar en nadie? ¿O ser tan autosuficientes que podemos ser la única causa de nuestro bienestar?

Aunque en la teoría no suena tan mal, me parece que en la práctica, -quizá nos llevaría a una zona de confort- pero nos privaría del placer de conocer y compartir con nuestros cohabitantes del planeta, perderíamos la sensibilidad para reír y entristecernos por el otro, la satisfacción de dar y ayudar por el placer de hacerlo, etc.

Por supuesto, no podemos obligar a nadie a ser confiable ni tampoco es prudente confiar en todos, y miren que se los digo por experiencia, pero si podemos trabajar en nosotros mismos. Me parece que sería necesario cultivar algunas conductas:
  • Asumir una buena actitud con todas las personas que se acerquen a ti, recuerda que las sonrisas son gratis.
  • No te preocupes por la apariencia de las personas, acuérdate que es sólo la envoltura.
  • Aprende a escuchar, si alguien se acerca a ti para contarte una complicación lo menos que puedes hacer es concentrar tu oído y atender a su historia. A veces con sólo contarlo, el problema suena menos complicado para su protagonista.
  • No juzgues, evita emitir juicios de valor, nada es bueno ni malo, sólo es una anécdota que le puede pasar a cualquiera que respire.
  • Intenta ser empático.
  • Si crees que puedes ayudar, hazlo; pero si de plano no tienes una idea de que hacer, dilo, pero ofrécete a coadyuvar en la búsqueda de una solución.
  • Práctica la discreción.
  • Siempre las palabras de aliento y las demostraciones de afecto ayudan. No dudes ni un momento en demostrarle tu solidaridad a quien lo requiere.
  • Recuerda que dar siempre es mejor que recibir.

Escrito por: Lu Co

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