lunes, 16 de marzo de 2015

Corazón fugitivo

La siguiente historia es producto de una noche de insomnio, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...

Erase una vez un coqueto corazón que presumía de ser inmune a un "mal" que él llamaba amor, era divertido y de moral distraída, jugaba con otros corazones pero nunca con la intención de lastimarlos; aunque no siempre fue así.

Tiempo atrás se consideraba puro e inocente, creía en las palabras dulces y amaba sentir mariposas, un día de tantos fue herido, no sabía que eso podía pasarle, no comprendía como es que alguien que decía quererlo podía al mismo tiempo hacerlo llorar, aún así volvió a intentarlo, una y otra vez pero el resultado fue el mismo, el corazón cansado de ser lastimado decidió cerrarse y cada vez que sentía que podía ser herido huía aterrado.

Con el paso de los días el corazón agarró una maña impresionante para jugar, probar y experimentar sin caer en el amor, se hizo de muchos amigos con la misma mentalidad que él, todos buscaban únicamente diversión y pasarla rico sin culpas ni preocupaciones.

Un día de tantos el corazón se topó con otro como todos a los que había conocido, y con toda la confianza del mundo se dejó querer, apapachar y conocer, se la pasaban bien y todo era felicidad, pero el corazón no contaba con que bajaría demasiado la guardía, tanto como para permitirle al otro que entrara en él y removiera los candados donde tiempo atrás había encerrado a sus sentimientos, sus barreras habían sido demolidas.

Comenzó a sentir los síntomas de esa enfermedad que tanto lo aterraba, un raro cosquilleo lo invadía cada que hablaba con el otro corazón fue entonces cuando se dio cuenta que era muy tarde, había caído nuevamente.

El corazón tenía dos opciones: salir huyendo como siempre lo hacía o quedarse para enfrentarse a la incertidumbre de lo que podría pasar, después de meditarlo un poco decidió que como el corazón valiente y maduro que era debía salir corriendo lo antes posible y continuarse protegiendo a si mismo, después de todo por algo le llamaban el corazón fugitivo.



¿Cuántas veces nos ha pasado esto? Dejamos que el miedo a lo desconocido nos domine, estamos cansados de ser heridos y creemos que la única manera de mantenernos a salvo es salir huyendo, en mis pocos años de experiencia se que tengo los mismos dos caminos mencionados en la historia, quizá existan más pero aún no los descubro, sin embargo quiero creer que siempre estoy dispuesta a aventurarme en lo desconocido con tal de sentir de vez en cuando los síntomas del enamoramiento.

Les dejo un par de canciones de dos grandes trovadores, que narran historias similares con dos diferentes finales, el de quedarse y el de salir huyendo:
Las cartas sobre la mesa - Raúl Ornelas
Como un ladrón - Edgar Oceransky

Escrito por: Sue FC 

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