miércoles, 21 de junio de 2017

DISERTACIONES: ESTAFA VIRTUAL O VIRTUALMENTE ESTAFADA

Seguramente si mi madre viviera ya me hubiera regañado o encerrado en el baño por andar socializando en plataformas virtuales con sujetos con sólo dios que mañas, sin entender que trabajar de sol a foco y pasar más de tres horas diarias en el tráfico no me deja otra opción.

Francamente nunca pensé que la selección de amigos por catálogo fuera tan cómoda, sin embargo aún recuerdo que cuando una amiga me contó hace 10 años que andaba en esas, casi la mato por poner en peligro su integridad física saliendo con un hombre que había conocido en una red social, sin tomar en cuenta que podría ser el asesino del cereal.

Hasta hace pocos días mi experiencia en la virtualidad no había sido mala, además de uno que otro desencanto al conocer en vivo a un sujeto que en plataforma se identificaba con B.P. que según por su parecido con el guapo de guapos y al final resultó ser Brayan alias El Pitalla no había tenido ningún tropiezo significativo, sin embargo, en el último mes aprendí una buena lección que quiero contarles para que la compartan con sus sus amigas, hermanas y comadres para que a ellas no les pase.

Cuando revisaba mis mensajes en Badoo, sitio que conocí porque un amigo del viejo continente me agregó como su amiga o algo así, encontré el aviso de un hombre de más de 50 años, residente de Gran Bretaña y que tenía interés por conocer más sobre México. A pesar de que yo no manejo ese perfil de personas porque la mayoría son más cuadrados que un panista de Guanajuato, salió la promotora turística que llevó dentro y le pasé mi correo electrónico, toda vez que a veces no tengo tiempo de ingresar a los sitios de encuentro pero siempre checo mi cuenta de e mail lo que facilitaría la comunicación.

Inicialmente nos escribíamos cada semana y me contaba de su vida, que si era viudo, ingeniero petroquímico, le gustaba el futbol y decenas de cosas que no me importaban pero eso de las relaciones exteriores se me da; de igual manera yo le conté otra ensarta de cosas que seguramente no le incumbían pero atendían a sus preguntas.

No sé en qué momento los correos informativos pasaron a las cartas de “amor verdadero”; por supuesto que a mí eso del enamoramiento no se me da ni en vivo ni virtual, pero las buenas intenciones sí, sumado a que eso de la escritura es lo mío, saqué a la Gabriela Mistral que llevó dentro y le di vuelo a la hilacha. Debo reconocer que todas las mañanas lo primero que hacía era entrar a mi correo y leer sus palabras enmieladas que me dejaban una sonrisa, porque el sujeto no era ni vulgar ni sexoso.

Hace como una semana, el hombrecito me pidió mi número de celular argumentando que tenía la intención de venir a conocer mi patria para checar algunas posibles inversiones en el área turística y por ahí aprovecharía para conocerme y darme unos besos salivones (si me dejaba). Gentil como soy, se lo di y las cartas se convirtieron en muchos mensajes a lo largo del día, hasta que una madrugada recibí una llamada suya.

Entre que eran las cuatro de la mañana y no práctico el inglés más que cuando balbuceo alguna canción (esa de wishu wishu Pepsi que me sale taaan bien), logré comunicarme y me enteré que el hombre era un cristiano de extrema derecha y que tenía intenciones de venir a conocerme y luego nos casaríamos (¡háganme ustedes favor!). A pesar de que le repetí que era una soltera consumada y convencida, fingió no escuchar y quedó de avisarme la fecha de su llegada, que aparentemente sería el siguiente mes.

Al día siguiente, el extranjero británico me comunicó que iría a Canadá porque tenía un contrato para un proyecto de explotación petrolera a la mitad del mar y me pidió mi dirección para hacerme llegar unas “cosas lindas” que había adquirido para mí. Le mandé los datos de mi oficina; por la tarde me enteré que en ese momento salía de viaje y que en un paquete me enviaba, entre otras cosas, un fulgurante anillo de compromiso (¿pueden creerlo?), además que me haría llegar por ese medio dinero (dijo que no tenía mis datos para hacerme un deposito y ante la premura de su viaje decidió incluirlo) y los documentos que requeriría cuando viniera a México.

Desde ese momento, me llené de angustia, tengo muy claro que de alguna manera debía transparentar el dinero que recibiría de lo contrario podrían acusarme de ser la hermana malvada de Kate del Castillo que anda haciendo negocios con hombres dedicados a solo dios que. De igual forma me proporcionó el número de seguimiento del paquete y un link en donde checar el status para saber cuándo estuviera por llegar (dos días a partir de que fue remitido).

Por fin llegó el día en que el susodicho paquete sería entregado y para entonces tenía los nervios alterados, a cada momento el hombre me repetía y repetía que el dinero que me había enviado era para que resolviera cualquier pendiente que tuviera y adquiriera un departamento porque odiaba los hoteles, a lo que me negué argumentando mi falta de tiempo, además de que me visualizaba hecha una traficante de divisas con una caja de cartón llena de euros, por lo que le aseguré su paquete estaría seguro en el fondo de mi cajón de los calcetines, claro que únicamente debía tomar el mencionado aro de oro y sacarme una fotografía con él puesto para qué aquel caballero supiera que lo usaría….

 Mi editora está muy regañona porque escribí un artículo tan largo, así que la próxima semana les acabo de contar, no se pierdan el final de esta fábula dela vida real).




Escrito por Lu Co

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