lunes, 19 de junio de 2017

Anestesia para el dolor

El fin de semana pasado, aprovechando mi tiempo libre fui a visitar a mi madrina para que me quitara las caries y después de una rápida revisión me avisó que iba a tener que ponerme anestesia, apenas pronunció dicha palabra mi cuerpo se estremeció como si hubiera visto un fantasma.

Recordé mis visitas al ortodoncista en mi tierna infancia, donde bien pude haber sido la protagonista de “El exorcismo dental”, porque los doctores tenían que agarrarme como si estuviera poseída: pateaba, gritaba e insultaba. El resto de los niños que estaban en la sala de espera, salían corriendo pensando en las peores torturas posibles.

Durante muchos años el dentista fue uno de mis mayores temores, por lo que cuando mi madrina me dio la noticia ya se podrán imaginar mis reacciones corporales, sin embargo como la persona madura que creo ser, me resigne al inevitable dolor y abrí la boca; cual fue mi sorpresa al sentir un dolor mucho menor al esperado, casi nulo. Especialmente si lo comparaba con el que me causaron los tatuajes que me he hecho a lo largo de los años, donde no sólo fue horrible sino que acabé hasta desmayada en una de las ocasiones.

Poco después mientras mi boca despertaba, me puse a pensar en diferentes situaciones, tales como rupturas de corazón, decepciones, frustraciones, etc. Que en su momento fueron como los piquetes para anestesiarme cuando era pequeña: dolorosas y aterradoras.

Lo que me llevó a preguntarme: ¿si volviera a vivirlas, el resultado sería similar al de la anestesia? ¿El dolor me resultaría mínimo? ¿Me daría risa estar asustada por una tontería? ¿Dejaría de evadirlas por miedo?

Para ser honesta no pude escoger entre un “sí” o un “no” como respuesta, si bien he podido superar varias cosas, he madurado, crecido y aprendido como para no querer morirme cuando me rompen el corazón por ejemplo, el dolor por recuerdos pasados siempre va a estar ahí, ¿disminuirá? tal vez, ¿ya no me asustará enamorarme? probablemente no.

Sé que siempre existirá el miedo previo a experimentar, sentir o querer, el chiste es no dejar que el pasado nos frene a intentarlo nuevamente; quizá la próxima vez que me encuentre en el blanco de una jeringa o una flecha de cupido, sabré que sólo necesito respirar hondo mientras entra el piquete, y una vez que la anestesia haga efecto me sentiré bien ya sea que la carie fue tapada o las mariposas en el estómago comienzan a revolotear.



Escrito por: Sue FC

Si te gustó el artículo, ¡Ayúdanos a compartirlo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario