miércoles, 11 de octubre de 2017

DISERTACIONES: TENGO CINCUENTA Y ¿QUÉ?

La semana pasada mi comadre favorita me contaba de un hombre que está muy acongojado porque su salud no es la mejor y el doctor le recetó un montón de pastillas que debe tomar por el resto de su vida, lo que le parece deprimente toda vez que él se veía como un chavalón, aunque haya nacido en los 60’s.

Días después, me acordé de él porque escuché una frase que me pareció bastante ignorante que decía: Después de los 50 todo va para abajo. Quizá mi percepción se deriva a que estoy a tres minutos de llegar a esa edad y aunque no me considero una joven alocada, inocente e inexperta, sí les puedo asegurar que me siento llena de vitalidad, no obstante que el trajinar por esta ciudad a veces me agota.

A ese hombre, muy querido por mis hijos y con quien algún día compartí algo más que buenas películas, me permito asegurarle que no hay motivo para sentirse triste, sino por el contrario, es el mejor momento para ver tanto hacia el pasado como al futuro. Es muy oportuno hacer un recuento de nuestras experiencias analizando tanto los errores como los aciertos, sentirse orgulloso por igual de los fracasos y de los éxitos, sin importar cuales suman más, al final todo aporta.

No obstante que en mi niñez difícilmente pensé que llegaría a ser una mujer mayor, y en algunos momentos de mi vida lo dudé seriamente, hoy me siento tan contenta porque he resuelto casi todos mis conflictos existenciales. Con ayuda de las personas que me rodean y particularmente de mis retoños, disfruto cada día como si fuera el último. He podido conciliar tanto mis buenas como mis malas decisiones del pasado y las he consolidado como una lección que me suma elementos para atender las vicisitudes cotidianas.

¿Y eso de las medicinas permanentes? ¡Qué importa! En mi caso particular desde hace más de diez años me dijeron que necesitaba integrar elementos externos a la química de mi cuerpo porque mi chambón organismo se negaba a producirlos ¿y? Si todos recomiendan que comamos frutas y verduras, qué más da tomarse una, dos o diez pastillitas de colores divertidos que nos traen bienestar y suman a nuestra funcionalidad. El único reto es acordarse de cual tomarse cuando.

Mi hija siempre que la obligo a tomar pastillas para algún malestar o vitaminas, me argumenta que no quiere llenar su cuerpo de químicos y sé que tiene razón, pero no puedo negarme a aceptar que a mi edad necesito que las pildoritas me echen la mano, y debo introducir con gusto a mi existir hábitos de “viejita”  que me permiten tener una mejor calidad de vida. Difícilmente renunciaría al placer que me trae cada mañana nada más por mi necedad de no tomarme las pastillas porque “no son orgánicas” (faltaba más).

Por supuesto que ante las contrariedades que a veces debemos enfrentar las personas mayores, no hay nada mejor que la buena actitud y le memoria histórica, definitivamente no tenemos la salud de un recién nacido, pero contamos con la experiencia que nos ha dejado el tiempo, sobre todo si no nos hemos dedicado a la contemplación y participamos de manera activa en la construcción de nuestro futuro.

Por eso, y a riesgo de sonar soberbia, puedo asegurar que no hay nada como llegar a los 50 (espero... porque aún me faltan 3 minutos), quizá no tenga el físico que tuve hace 30 años, pero sí sé cómo atender a los contratiempos del camino, sin embargo, esto no serviría de nada, si en primer lugar, no fuera capaz de compartir mis frentazos para que alguien lo aproveche y en segundo, si no me sintiera orgullosa de cada tropezón que me di.

Hoy, amigo mío, tienes un presente maravilloso, estás acompañado por las personas que te quieren y una mujer que te valora como eres, contribuiste a formar a dos pequeños que te respetan y haz sembrado la semilla que germinó en un montón de amigos ¿Qué más puedes pedir? La fuente de la eterna juventud hasta el momento nadie la ha encontrado y creo que lo mejor es aceptar las implicaciones e inconvenientes que encontramos en cada etapa de la vida.

Lo único que te podría aconsejar, si me permites,  es hacer a un lado el materialismo y tener presente que para medir el valor y la grandeza de nuestra existencia, no son importantes los objetos que pudimos acumular, sino lo que a base de esfuerzos llegamos a SER.








Escrito por Lu Co




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