martes, 26 de enero de 2016

DISERTACIONES: UNA MUJER MAYOR

Después de unas laaaaaaaaaaaaargas vacaciones estoy de vuelta…

Hace algunos días, tuve la fortuna de tener mi propio “año nuevo”, ¿se enteraron? Fue mi cumpleaños y como siempre, me dediqué un poco a la reflexión y revisión de tooooooooodas las cosas que he hecho, así como de las personas que permanecen, se han sumado e ido de mi vida.

No obstante que el balance fue favorable -no sé si debe a mi excesivo optimismo o total inconciencia- me convencí que hay cosas que debo de dejar de hacer porque no son tan sanas para mí y otras tantas que cayeron fuera de mi nueva zona de interés. Una vez que configuré mi nuevo proyecto de persona, descubrí algo que me asustó, gracias a dios aún no soy igual que mi mamá, pero sí como algunas de mis amigas, que siempre me habían parecido un poco formales y aburridas.

¿Les ha pasado que de pronto se dan cuenta que tienen un montón de conductas y actitudes de alguien que no es de su completo agrado? ¿O peor aún, se han sorprendido haciendo o diciendo algo que en algún momento de su vida les pareció nefasto? Jajajaja… yo sí.

En alguna ocasión, platicando con mis comadres, una de ellas que fue mi mejor amiga de la secundaria, a quien le guardo un profundo cariño y admiración, pero que me parece un poco “conservadora”, decía que no había ningún hombre en el planeta por el que cambiaría una buena lectura, toda vez que los libros siempre le dejaban algo y los hombres eran una absoluta pérdida de tiempo.

En ese momento, yo que pensé, ¡pobre de mi amiga!, debe ser frígida o algo así… pero actualmente tener una cita con un sujeto me llena de flojera, tan solo de pensar que tengo que invertir tiempo en enterarme de cosas que no me importan y mucho menos son trascendentales para mi vida. Y en caso de que el interfecto no sea de mi total agrado, debo pasar al menos una hora soportando sus coqueteos que sé de antemano le serán inútiles. Definitivamente prefiero estar en mi casa analizando los hoyos en la pared o viendo el techo buscando figuras como en las nubes. ¿Qué me pasa? ¿Será que el no entusiasmo o la frigidez se contagian o llegué a un punto en mi vida de retraimiento e introspección?

De igual forma decidí suprimir quizá definitivamente o al menos por algunos meses como prueba, el consumo de bebidas alcohólicas. Seguro que quien me conoce no podrá creerlo, pero sí. No creo que sea lo mejor para mi salud que sé cada día es un poco más frágil, además que la última vez no me divertí tanto, mi recuerdo más claro fue de un contemporáneo de Tutankamon lambiéndome la cara y al otro día tenía un vértigo envidiable.

Creo que aún me falta perfilar las actividades en las que ocuparé el tiempo que antes le invertía a los hombres y al alcohol, quizá deba acercarme a personas que tengan más experiencia en eso de ser mayores o aprender a tejer, porque yo recién ando descubriendo que se siente y como debo manejarlo.

Hasta hace algunos años me parecía imposible pensar en mi siendo una mujer mayor y creo que mis hijos nunca lo podrán creer pues en mi permanecerá viva por siempre la niña juguetona y risueña con la que ellos siempre están conectados, ansiosa de vivir nuevas experiencias, siempre dispuesta a jugar y a aceptar cualquier reto con tan sólo pronunciar la palabras mágicas “a que no”…

Definitivamente el paso del tiempo nos va cambiando, haciéndonos más conscientes de elegir entre lo bueno y lo mejor, pero no necesariamente debemos volvernos amargosos, aburridos, metiches y juzgones (creo que estoy describiendo a mi hermana –jajajaja-), sino por el contrario, con tanto vivido tenemos la oportunidad de haberlo visto casi todo -hablando de la conducta humana- y lejos de criticar y condenar, sería muy prudente escribir para nuestras historias para compartirlas con aquellos que sean nuevos en el arte de vivir.


Escrito por: Lu Co 

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