Al poner la referencia en los buscadores, el resultado fueron decenas de videos y noticias del tema, en lo que va del año no ha sido solo una niña la que se ha intentado quitar la vida, al menos encontré cinco hechos recientes en México. ¿Cómo puede ser posible?
Durante el tiempo que me he dedicado a la Seguridad Pública me he enterado de casos de menores de hasta 8 años que se han privado de la vida ante la angustia de un futuro incierto o como resultado de problemas familiares y escolares. Las cifras oficiales mencionan que anualmente en México alrededor de 150 menores se suicidan.
Ante este panorama mi estómago está lleno de indignación y coraje, la pregunta que me surge inmediatamente es ¿Y los padres de estos niños que? Por supuesto en todos los casos una vez que la desgracia ha pasado, los responsables de los menores se sumergen en un drama profundo, preguntándose qué fue lo que pasó, particularmente el motivo por el que su pequeño se quitó la vida.
Como madre me parece increíble que no se hayan dado cuenta de que su hijo estaba deprimido a causa de uno o múltiples factores en su entorno. Los padres tenemos la obligación casi divina de velar por el buen desarrollo de nuestros hijos y eso no quiere decir únicamente darles de comer, vestirlos y enviarlos a la escuela. La responsabilidad va mucho más allá; se trata de dar acompañamiento en cada uno de los procesos de aprendizaje que entran a la cabecita de nuestros hijos. Fomentar la estructura de una pensamiento lógico causal aderezado de valores éticos universales, pero lo más importante, es cubrirlos de cariño que se traduce en seguridad en sí mismo y convencerlos que el futuro es claro y promisorio.
En mi caso particular, mis hijos son mi experimento vital. Mi pequeña hija fue sujeta a todo tipo de prácticas (sin llegar a mutaciones en el laboratorio ni nada por el estilo). Leí toda la literatura respecto a la formación de la psicología infantil y estructuras mentales positivas, y me enteré de cuáles eran los requerimientos para formar seres inteligentes y seguros de sí mismos.
¿Saben ustedes cual es el mayor temor de los niños desde que tienen conciencia de sí mismo como seres individuales? No es el bullying, ni ser feos o populares y mucho menos el medio ambiente o la paz mundial. El miedo más grande que puede hacer que los menores tengan crisis de angustia es ser abandonados por sus padres y estar solos en un mundo al que no acaban de pertenecer.
Es indispensable que los padres convenzamos a nuestros pequeños que siempre jugaremos de su lado sin importar que su conducta no sea la mejor; que no hay nada en el mundo que pueda hacer que dejemos de quererlos; que nuestro esfuerzo está orientado a asegurar su futuro y que cada vez que caiga, sin importar que sean mil veces, encontrará una mano para levantarse; apoyo incondicional para resolver los inconvenientes que se encuentren en el camino y unos brazos abiertos que lo mantendrán seguro hasta que sea lo suficientemente apto para hacerse cargo de su vida.
Sin embargo, sé que es inminente que miles de padres, al igual que yo, se ausentan por periodos prolongados de su núcleo familiar para ir a conseguir el dinero suficiente para solventar los requerimientos materiales, no obstante, jamás debemos de escatimar las palabras de cariño, aliento y orientación. Nunca se puede estar tan ocupado para no atender una llamada de consulta o asistencia de los pequeños a nuestro cargo.
No creo que para tener hijos sanos física, psicológica y emocionalmente nos debamos sentar a contemplarlos día y noche, pero sí es necesario hacerles saber que a pesar de la ausencia física, los padres, como las hadas madrinas, siempre estamos ahí para ayudarles a cumplir sus propósitos; que trabajando juntos todo se puede y nada, pero nada en el mundo es tan grave como para desear dejar de vivir.
Por experiencia puedo decirles que la mayor lección de mi vida, es tener un familiar cercano (aunque no un menor) que se sintió tan agobiado por sus problemas que no encontró solución posible y decidió retirarse del juego, sin siquiera hacernos partícipes de sus conflictos. Además del dolor de la ausencia, me quedó la incertidumbre permanente de mi calidad como persona al no darme cuenta de que mi pariente estaba en crisis y menos aún ofrecerle mi mano. En este rubro, la vida no da segundas oportunidades. Mi experiencia vital cambio para siempre y hoy no hay nada más importante para mí que estar al pendiente de mis seres queridos.
Estoy convencida que la mejor oportunidad que recibimos en la vida es la existencia misma… ¿Quién en su sano juicio tiraría a la basura su más valiosa pertenencia?
Escrito por: LuCo
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Como siempre, me pone a pensar.... gracias
ResponderEliminarExcelente reflexión, Lic., gracias por compartir!
ResponderEliminarSiempre he pensado que no hay "labor" que conlleve mayor responsabilidad como la [bien]criar a un niño y hacerlo un "ser de bien" o, al menos, tratar de orientarlo hacia ese rumbo y no "botarle" al mundo un ser inconsciente más (que ya habemos bastantitos). Al ser madre, reafirmé esto, además de poder ver que ésta es una "tarea" tan hermosa como dificultosa, y he podido notar que el amor es lo que esos pequeñitos e "indefensos" seres necesitan principalmente.
Desgraciadamente, pareciera que algunas personas consideran que dar a sus hijos ropas, juguetes, cosas "de marca", llevarlos a restaurantes "nice" (donde un niño se aburre horrores), tener niños "estilizados" (sin una rasponcito en sus tenis caros), etc., es más importante que ESTAR (y no sólo "pasar") tiempo con ellos, llevarlos al parque, correr, platicar, jugar, etc., eso parecería "innecesario". Y con todo esto no pretendo juzgar, pienso que cada quien hace lo que considera mejor.
Espero, por el bien de todos los que actualmente vivimos en este planeta, así como para las futuras generaciones, que la tendencia sea que nos dirijamos a ser una sociedad más consciente y empática, no individualista, ni narcisista, que nos permita enfocarnos en cosas verdaderamente importantes. Y qué mejor que empezar con los niños "de hoy"?
Saludos.
rdtl
Muchas gracias a ustedes por leerme!!!
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