martes, 10 de mayo de 2016

DISERTACIONES: ¿TESTIGOS O CÓMPLICES?

Hace algunos días tuve el gusto de saludar a un ex sobrino muy querido que se dedica a eso de la comunicación y me cuestionó acerca de mi afición a las “redes sociales”, tuve que confesarle que me dan alergia toda vez que no estoy ni un poco de acuerdo al uso generalizado que se les ha dado.

Mi ignorancia no es tan absoluta al respecto y gracias a las clases de la universidad estoy muy enterada que actualmente son, quizá, la herramienta más importante por la que fluye la información y nos permite estar enterados, al momento, de lo que sucede del otro lado del planeta, así como de eventos que no son difundidos por los medios “formales” de comunicación.

Sin embargo, desde su uso generalizado han derivado en un instrumento para el escarnio social que va desde el ciberbullying hasta la difusión de información “confidencial” sobre las actividades de los personajes públicos, teorías de la conspiración y cualquier ocurrencia de un ocioso que tiene a bien compartir y pasa de ser un absurdo a una verdad universal.

¿De cuántos casos nos hemos enterado de menores que se suicidan al no soportar la presión de ser exhibidos en la red? Francamente no me explicó que hay en las cabecitas de esos pequeños para alcanzar tales niveles de angustia. Es tan fácil como sentarse a reflexionar y de preferencia compartirlo con algún adulto de su confianza, para ver que no es tan grave.

Por ejemplo, quizá mi hija en un arranque de locura y pasión se toma fotografías desnuda y se las envía a su príncipe azul, quien lejos de ser discreto, las comparte por ahí… y al siguiente día todos en la escuela ya conocen a mi pequeña mejor que su pediatra… ¿y? ¿Le van a decir encuerada? ¿gorda? ¿zorra? o ¿qué?, las palabras esos son, palabras, golpes de sonido que salen de la boca sin mayor fuerza que lastimar el oído. Sin ningún problema yo me presentaría al siguiente día en la escuela a hablar con quien fuera necesario únicamente vestida con una gabardina y así comprobarían que en mi familia somos ligeras de ropa.

Sin embargo, lo que más me revuelve el estómago de los videos que se publican por ahí y que llegan a los medios masivos de comunicación, es cuando el camarógrafo improvisado capta imágenes de abusos contra inocentes que andan circulando por el mundo y lejos de intervenir para evitar que ocurran se limita a grabarlo para luego compartirlo.

¿Qué es eso? Por ahí circuló un video que se hizo muy popular y llegó a convertirse en una investigación ministerial, de un adulto manoseando a una niña, las imágenes duraron más de un minuto y se observa como la menor es aparentemente abusada por el pervertido. Yo me pregunto ¿quién tiene la sangre tan aguada para ver que le están fastidiando la existencia a una pequeña y no se acerca a darle tres cachetas y decirle un rosario de insultos al maldito puerco, y se conforma con observar?

O esas personas que cómodamente graban las agresiones de que son víctimas algunos inocentes por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. En mi perspectiva conformarse con observar es ser cómplice pasivo, lo menos que esperaría es que se pusieran a gritar como locos para llamar la atención de más personas e inhibir que se siga cometiendo esa acción. ¡Pero no!, esperan a que termine y luego lucran con las imágenes.

Y peor aún, cuando los videos son publicados en la sección de comentarios hay “n” mil personas que dicen, que bueno que se supo… ¿Y las lesiones que sufrieron o el daño permanente que les causaron a las víctimas se arreglan con que los demás se enteren? Si en alguna ocasión yo fuera agredida sexualmente por un sujeto, por favor no me graben, mejor ayúdenme porque de lo contrario, seguramente le guardaría tanto rencor al que lo hizo como al idiota que se conformó con observar.

Por ahí dicen… Tanto peca el que mata la vaca como el que le levanta la pata…



Escrito por: Lu Co 

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