Por muchos años me he dedicado a conceptualizar, analizar, estandarizar y convertir en estadísticas las conductas violentas de los seres humanos y verdaderamente no dejan de sorprenderme. Al principio no podía evitar ponerme triste y en ocasiones hasta angustiada por conocer tantos datos sobre la conducta humana en su lado más oscuro. Al parecer con el tiempo me volví más objetiva al respecto, pero no deshumanizada, en ocasiones aún me consterna la capacidad de las personas para atentar contra el bienestar del prójimo.
Muchas de las personas que me conocen de toda la vida al enterarse del giro profesional que había tomado no dejaban de sorprenderse, toda vez que mis aspiraciones iniciales eran las letras, el arte y la cultura, la explicación es muy fácil… tengo dos hijos que dependen de mí.
Ahora que tengo vacaciones temporales no logro abstraerme del todo de informarme de la violencia que rodea a la sociedad en que me desarrollo, basta con interactuar con cualquier ciudadano para enterarme del ambiente poco seguro en que vivimos.
¿Será que la violencia es instintiva en el ser humano? Recién me encontraba en la antesala de un cine con mi hija esperado… cuando observé a dos pequeños que jugaban a golpearse, patearse, empujarse. Generalmente cuando hemos tenido la oportunidad de encontrarnos en espera en algún lugar público donde se encuentren niños, el 90% de ellos se están agrediendo con sus hermanos, primos o lo que sean los menores con que se encuentren.
Al parecer esa conducta es normal, porque lo papás prevalecen casi inmutables ante ese comportamiento de sus hijos, si acaso algunos levantan la voz y en un tono no convencido les dicen: ya niños, estense en paz…Muy pocos son los adultos que toman cartas en el asunto y menos aún los que les expliquen que agredir al prójimo no es correcto. ¿Puedo concluir entonces que la violencia germina desde la infancia y los adultos la permiten, pero con el tiempo se asustan de ella?
En mi intención por hacer dos buenas personas de mis hijos, los aleje en la medida de lo posible de las conductas violentas y tenían como regla irrompible la prohibición de agredir: no grito, no empujo y no pego (si podían correr). Sin embargo con el paso de los años han podido notar que su educación, a pesar de no renegar de ella, es poco práctica. Y gracias a dios aún no me han demandado por educarlos de esa manera, LAS PERSONAS PACÍFICAS NO ESTÁN DE MODA…
En diferentes escuelas y en su recorrido por la vida, han observado que es casi normal, que sus compañeros se agredan unos con otros y en más de un ocasión han pasado angustia por no saber qué hacer en caso de que los agredieran.
Mi hijo por ejemplo ha tomado una conducta de mafioso siciliano… El nunca agredería físicamente a alguien, pero… sus amigos sí, entres sus amistades siempre se encuentran varios golpeadores semi profesionales, que realizan la actividad casi como deporte y por su puesto saben de la poca afición por la violencia de mi hijo, entonces digamos que “lo protegen”.
Mi hija es un caso menos práctico aún… de alguna manera vive enamorada del amor y la paz (como hippie sesentero), desecha la violencia como si fuera el diablo. Anda por ahí “con el corazón en la mano” compartiéndolo con cualquiera que se le acerca. Hasta el momento, gracias a su buena fortuna no ha sido víctima de agresiones físicas, porque de lo contrario yo me hubiera tenido que convertir en el justiciero vengador en su etapa más violenta.
Escrito por: Lu Co