viernes, 29 de mayo de 2015

Disertaciones: Mal regalado

Quizá el título les parezca algo confuso, por más que busqué en mis adentros no encontré una mejor frase para bautizar este escrito. Probablemente se podrían imaginar que se trata sobre obsequiar una caja maldita que en su interior guarda un espíritu del mal o algo similar, pero no… definitivamente no tiene nada que ver.

Es un asunto que en lo particular  me resulta muy molesto. Obviamente el hecho de regalar es lindo, pero ¿han notado que cuando se trata de obsequiar algo a una persona adinerada, por no decir rica (evitando la confusión de que pudiera tratarse de alguien más bien sabroso que tuviera todo en su lugar y en la proporción adecuada), las personas se esfuerzan por comprarle un objeto de un alto valor monetario?

Por ejemplo, en una oficina, si es el cumpleaños del jefe, todos sus subordinados se esmeran en adquirir artículos costosos que pueden ir desde una cartera hasta un accesorio electrónico muy sofisticado. En cambio, si se trata del cumpleaños de una persona de intendencia por decir algo, en caso de que se tomen la atención de darle un obsequio -que muchas veces ni siquiera lo felicitan mucho menos le compraran algo-, seguramente será alguna “cháchara” de poco valor.

¿Les parece lógico y justo? Quizá la explicación es que como el jefe tiene una buena percepción económica y un buen nivel de vida, deben darle cosas que estén de acuerdo a su estatus social. Y la persona encargada de la limpieza apenas gana lo suficiente para sobrevivir, por lo cual aprecia cualquier objeto que obtenga de manera gratuita.

En mi óptica es casi una grosería, ¿porque no le regalamos algo caro a la persona que gana menos y que seguramente sus ingresos no le permiten adquirir ni en sus mejores sueños? ¿Se imaginan la felicidad de un conserje al recibir un iPhone 6 Plus que él no podría comprar ni guardando su sueldo completo de tres o cuatro meses? En cambio si se lo damos a una persona adinerada, en caso de que no lo tenga ya, representará un regalo más o quizá lo podría emocionar la novedad, pero no su valor, porque él lo puede adquirir con parte de una quincena de su sueldo o siempre contará con una tarjeta de crédito para comprarlo en cualquier momento.

¿Será acaso que los regalos a las personas adineradas o bien posicionadas socialmente tienen otro propósito más allá del gusto de regalar? ¿Será que se obsequian con la intención de comprar su buena voluntad y ganar algún tipo de concesión o privilegio?

Lo que sí es seguro, es el eterno agradecimiento que obtendrán de la persona menos favorecida por haberle obsequiado algo. Para él, tendrá un valor muy especial, primero porque se acordaron de su cumpleaños y después porque se tomaron la molestia de invertir tiempo en ir a comprarlo.

Situaciones similares  se presentan a diario en la vida cotidiana: si queremos llevarle a nuestro superior algún producto alimenticio, seguramente buscaremos algo de acuerdo a “su nivel” e incluso podríamos gastar una suma que ni siquiera invertiríamos en nosotros; pero si se trata de personas de pocos recursos económicos, le llevamos hasta las sobras o una promoción de tres tacos por 10 pesos.

Estos escenarios también se presentan con los niños y esos casos me enfurecen aún más. Por ejemplo, si el cumpleaños del hijo de alguien que tiene la fortuna de tener una economía más que solvente, los asistentes al convivio se gastarán una buena suma en un juguete muy sofisticado o de moda que seguramente se perderá entre las docenas que ya tiene.

En cambio, si es el cumpleaños del hijo de la asistente del hogar, nuevamente en el mejor de los casos, le regalarán una pelota de plástico de 50 pesos o si es niña una Bárbara (imitación pirata de la afamada muñeca Barbie y que se queda calva a la segunda peinada) y si es niño, dos coches Holy Wils (imitación pirata de los Hot Wheels que pierden la mitad de sus piezas al primer impacto y todo el color en la segunda mojada). ¿De verdad ustedes creen que eso es humanamente justo?

La felicidad de un niño, en sí misma es un placer, ¿saben la alegría que le podrían dar al hijo de la asistente doméstica si le dieran lo mismo que al niño “pudiente” acostumbrado a tener todo lo que pide y difícilmente lo valora? Yo les puedo decir que pasaría: después de superar la emoción que recordará por el resto de su vida y a ustedes junto con ella, jugará y jugará, lo tendrá guardado en un lugar muy especial como su valor más apreciado y hasta luchará contra la voluntad de su madre quien opina que no debe tocarlo porque se puede descomponer, es muy caro y ella es incapaz de reponerlo.


Hace algunos años, hubo una campaña publicitaria que tenía una frase muy pegajosa que decía: “Regale afecto, no lo compre”, es una buena recomendación… pero si nuestra generosidad se desborda y tenemos el gusto de regalar cosas, por favor piensen que el mundo está ansioso de acciones justas.

PD: ¿Sabían que hay niños que nunca han tenido un pastel de cumpleaños y es casi su sueño dorado? Si tienen la fortuna de toparse con uno, por favor hagan su sueño realidad.

 Escrito por: Lu Co


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