El
viernes leí una noticia que al principio me pareció muy divertida y luego me
llevó a confirmar mi convicción acerca de producirse demasiado. Resulta que un
hombre demandó a su esposa por engañarlo; cualquier persona que leyera este
título se imaginaría que la audaz mujer le fue infiel… pero no.
Leyendo
la nota completa me enteré que la demanda no se derivaba de un tercero en
discordia sino de un sujeto que se llevó el susto de su vida cuando despertó al
día siguiente de su boda. El hombre explicó que nunca antes había visto a su
pareja sin maquillaje y que al hacerlo por primera vez quedó horrorizado de su
aspecto, por lo que creyó que era otra mujer, quizá una delincuente o la
hermana gemela de Elba Esther.
El
inocente caballero argumentaba que había sido víctima de un engaño porque su
esposa tenía el don de cambiar su aspecto utilizando todo tipo de cosméticos,
pero él nunca fue informado que su apariencia sin éstos productos era tan
diferente y estaba convencido que jamás se hubiera sentido atraído por una
mujer que a él le parecía horripilante en su estado natural. Lamentablemente la
nota no tenía fotografías para comprobar el dicho o si solo se trataba de
exageraciones del sujeto.
Definitivamente
no estoy tan convencida de que sea lo mejor casarse con alguien solo por su
apariencia, pero concuerdo completamente con que algunas mujeres abusan del
maquillaje. Francamente no entiendo porque convierten a los cosméticos en un
complemento indispensable para su apariencia. Algunas de ellas obtienen una
apariencia antinatural, a menos que tengan genes de Blancanieves, nadie se
explicaría el rosa de sus mejillas o el carmín de sus labios.
Nunca
he tenido a ninguna mujer tan cerca como para que me contagie tanto de sus
colores, pero si es molesto saludarlas y quedar aderezada de polvo blanco y con
marcas rojas como de rubeola loca. No puedo imaginar cómo quedarán sus galanes
después de un encuentro romántico, seguramente Dalí lo plasmo en algunas de sus
obras.
También
he tenido la oportunidad de ver a mujeres que parece que en un arranque de
prisa, tomaron una donita glaseada y la pusieron sobre sus ojos, haciendo que
la vista se distraiga con el marco blanco que les deja. O algunas otras que
tienen cutis de grieta por terremoto, es tal la cantidad de capas de maquillaje
que cubren su rostro, que este materialmente se cuartea y podrían opacar a la
mejor Drag Queen con su make up.
Yo
no sé si a los hombres les gusta ser pambazeados por sus parejas o si sienten
atracción por tanto color, pero debo imaginar que sí porque en el mundo
circulan más mujeres maquilladas que con el rostro al natural, eso
definitivamente no puede deberse a otra cosa que al éxito que tienen con el
sexo opuesto y a la demanda que existe… al menos eso diría mi mercadóloga hija.
Quizá
yo no sea la indicada para opinar al respecto porque mi cara lavada no conoce
otra forma de existir, mi papá siempre amenazó con despintar con thinner a cualquier
mujer de su familia que osará colorear su rostro y después no lo hice por
convicción. Mi hija tuvo que aprender esas artes del maquillaje con su tía, sus
amigas y el internet, mi única participación fue recomendarle reiteradamente
que no se untará artilugios porque podrían dañarle la piel.
Por
ahí he leído que maquillarse refleja la inseguridad e inconformidad que las
mujeres tienen con su aspecto y tratan de disfrazarlo cubriéndolo con menjurjes
y colores hasta alcanzar una apariencia que están convencidas gusta más. Yo
sólo puedo opinar que no es necesario y que si tienen a su lado a un sujeto que
está con ellas solo por su apariencia y no valora todo lo que son, mejor
cómprense un vibrador y un perro que les haga compañía, el caerá rendido a sus pies
tan solo con olerlas.
P.D.
En la actualidad quizá sería prudente que los hombres pidieran como prueba de
amor, que sus amadas les permitieran ver su rostro sin maquillar antes de dar
el siguiente paso, así se evitarían desilusiones y demandas legales.
Escrito por: Lu Co
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