En
la adolescencia las prioridades cambian, entonces es importante la manera en
que los demás los perciben; pasar los mejor que se pueda y con el menor
esfuerzo las materias escolares; destacar en alguna actividad o posicionarse
como el más desafiante, que se atreve a cumplir cualquier reto que se le haga
por muy absurdo que sea.
Cuando
se llega a la juventud, entre los 18 y los veintitantos, es importante alcanzar
algún nivel de independencia; ser atractivo para el sexo opuesto; contar con
suficiente efectivo para andar de fiesta; tener lo último de lo último en
tecnología para presumirlo a sus amigos, aquí cabe mencionar que si no lo
pueden presumir se mella un poco el gusto de tenerlo y una unidad móvil para
desplazarse a cualquier destino de interés, de preferencia un coche. La escuela
empieza a ser considerada importante cuando se acerca el tiempo de ser
autosuficiente.
Una
vez que se entra a la adultez todo se complica, las prioridades cambian de
persona a persona, pero en general se puede decir que lo importante es alcanzar
el bienestar económico, emparejarse con alguien aunque no haya pleno
convencimiento de la compatibilidad para formar una familia propia y se adoptan
algunos valores ético-morales en busca de establecer un deber ser socialmente aceptable.
Yo
recuerdo ¿o lo soñé? que cuando era niña por ahí decían que uno puede reconocer
las cosas verdaderamente importantes cuando se alcanza la madurez, entonces me
convenzo que eso no es del todo cierto o será qué a mis tantos años ¿aún no la
alcanzó? Por más que volteo para todos lados no distingo con claridad lo
importante.
Por
supuesto que tengo la certeza que cumplir con mis responsabilidades gustosamente
adquiridas me hace feliz ¿entonces debo suponer que eso es lo importante? Pero
en muchas ocasiones las actividades que conllevan a hacerlo son un tanto
pesadas, entonces supongo que lo importante son las obligaciones que nos
cuestan trabajo o ¿son las metas que alcanzamos?
Por
otra parte, mi lógica, un tanto alternativa, me ha hecho concluir que lo
importante es ni más ni menos que lo que nos hace feliz; pero conozco a un
montón de personas que no lo son, y aparentemente tienen todo para serlo: una
esposa/esposo, un trabajo, hijos y una infraestructura con todo lo que la
familia requiere, pero su espíritu está triste, andan por la vida molestos o
cabizbajos.
Yo
me pregunto entonces ¿qué pasa ahí? Tienen palomita en alcanzar lo
aparentemente importante pero no son contentos. ¿Será que yo estoy equivocada y
lo importante no es lo que nos hace feliz, sino lo que calificamos como tal en
un estado de supuesta madurez?
Con
tantos años de vida debo reconocer mi absoluta ignorancia sobre lo que es
importante, pero soy experta en lo que me hace feliz, no necesito más que la
combinación de una puesta de sol, una cerveza bien fría y la compañía de un ser
querido… y al escoger entre un marido y un helado de chabacano, seguramente me
quedo con lo último.
Escrito por: Lu Co
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