Amigas mías siempre es un gusto…
En
mi muy prologado periodo vacacional híper extendido, he tenido la oportunidad
de hacer un montón de cosas que tenía pendientes, entre ellas realizar la
visita de las siete casas o más. Por supuesto no me refiero del rito católico,
hablo más bien de visitar y reencontrarme con personas muy queridas para mí.
Definitivamente
el tiempo pasa, mi naturaleza poca trágica no me permite ver el posible efecto
desgastante que podría tener sobre las personas, sino al contrario, les abona
vivencias que se reflejan hasta en lo físico, desde la mirada hasta la
habilidad de las manos, además de redundar en un montón de experiencia
compartible.
He
tenido el gusto de ver a amigas de distintos periodos de mi vida y aunque todos
los encuentros han sido un verdadero placer, dos en particular me llenaron de
emoción. Uno de ellos porque fue el festejo de una amiga de más de 30 años con
motivo de que se reincorporación al grupo de las personas con salud perfecta y
el otro con tres amigas de la preparatoria.
La
reunión tuvo lugar en un café X, de esos que te dan todos los refiles que
quieras y te dejan platicar casi en paz sin tanta interrupción, por primera vez
pude encontrar la ventaja de un mal servicio. A dos de mis queridas amigas no
las había visto en mucho tiempo, desde que nuestros hijos eran chiquitines y un
día fuimos juntas a torturarnos con ellos a Acapulco.
¿Qué
fue lo memorable de la reunión? Además de satisfacer mi curiosidad sobre su
actual apariencia y contenido, fue una maravilla conocer cómo se han
desarrollado sus vidas. Quizá tenga que ver con el momento en que nos
conocimos, aún no contábamos con un proyecto de vida cierto y el paso del
tiempo era lo que menos nos preocupaba.
Fue
como ver cuatro películas juntas, o una de esas que cuentan varias historias
que se entrelazan y lo mejor aún es que conozco a todas las protagonistas. No
podía menos que sorprenderme al conocer su experiencia vital, me admiró cómo
podíamos haber coincidido en el espacio/tiempo y a partir de ahí se hicieron
cuatro vidas tan diferentes.
Por
supuesto el encuentro me llevó a la reflexión sobre el tiempo, ese espacio que
transcurre entre que nacemos y morimos como única oportunidad para ser y hacer;
busqué dentro de mí a la joven de preparatoria que fui y gracias a dios ya está
guardada en su cajón después de heredarme su experiencia, asimismo analicé
todas las cosas que he hecho desde ese momento hasta hoy. Definitivamente hay
tiempo para todo.
Dicen
por ahí que los tiempos pasados son mejores. En mi experiencia puedo asegurar
que jamás. Líbreme Dios de volver a pasar más de 10 años en una escuela
estudiando cosas que ni me interesaban ni me han servido; por nada en el mundo
permitiría que volviera a llegar a mi intelecto toda la desinformación de que
fui objeto y que en algún momento me llenó de prejuicios; la solvencia amoral
que hoy tengo ni siquiera la soñaba en aquel momento.
Yo
sé que lo que ahora soy es resultado de todos esos tropezones, pero ¿cómo
alguien puede afirmar que es mejor vivir errando, que experimentando el
conocimiento? Ahora tengo muy claro el significado de la expresión hay tiempo para todo y todo a su tiempo y
estoy segura que esta etapa de mi vida ES MI TIEMPO, espero no contradecirme
dentro de 20 años… ja ja ja
Escrito por: Lu Co
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