martes, 14 de abril de 2015

Disertaciones: La tarea más difícil

Quiero pensar que los seres humanos venimos a éste mundo a “hacer” y “ser” algo. Dentro de los cientos de roles que nos toca jugar a las personas dentro de éste periodo espacio temporal llamado vida, para mí el más importante es ser madre de dos maravillosos seres que llegaron a mí, al parecer completamente inocuos, es decir, sin contar con conocimientos previos, ni intelectuales ni emocionales.

Qué maravilla! Por ahí se dice repetidamente, quizá más de lo necesario, que nadie nos enseña a ser padres. Esto probablemente es cierto en la manera literal, pero definitivamente creo cuando nos toca el turno de serlo, ya hemos recorrido bastante camino en la vida y tenemos un gran cúmulo de información cargado en nuestro chip, que nos debe ayudar a saber qué clase de personas queremos que sean nuestro hijos.

Para mí ser madre, además de una responsabilidad gustosa, es la oportunidad de moldear de primera mano, material humano virgen; tenemos la oportunidad de influir, probablemente de manera determinante, respecto al tipo de personas serán nuestros pequeños.

Está en nuestras manos que ellos aprendan TODO, desde las actividades básicas de su cuerpo hasta la concepción del amor, pasando por toda la gama de conocimientos éticos y físicos que queramos inculcarles. Yo sé que con el paso del tiempo nos daremos cuenta que ellos tienen mayor facultad para aprender o hacer algunas cosas, por lo que debemos acercarles toda la información que tengamos para que la pueda tomar y usarla en su beneficio.

Me parece que no basta traer pequeños al mundo, para “pastorearlos” y satisfacer sus necesidades físicas. Algunas personas se sienten muy agobiadas con sólo realizar actividades como  enseñarles a caminar, ir al baño, comer solos, llevarlos, traerlos y por supuesto jamás se preocuparan por mirar alrededor suyo y hacerles notar las flores, las aves, el cielo, las estrellas, el sol y todas las maravillas que los rodean y lo mágico de la existencia en sí misma.

No les enseñaran a sorprenderse porque todos los días sale el sol, o por la fábrica de lluvia que está en el cielo, la magia de los sueños o por todas las especies que habitan junto con nosotros el planeta. Sin embargo, se tomarán mucho tiempo en hacerles saber todo lo que NO quieren que hagan, sin explicarles en la mayoría de los casos alguna razón que sustente la restricción.

En ocasiones -se argumenta que por necesidad, yo verdaderamente no lo creo porque siempre debemos ocuparnos de lo importante aunque lo urgente robe nuestra atención-, permitirán que personas distintas a ellos se ocupen de la crianza, formación y educación de sus hijos.

Es verdaderamente fácil para algunas personas ceder ese derecho a la abuela, la tía, la vecina, la nana o la escuela. En mi perspectiva, lo niños acuden a los centros educativos a obtener información y a aprender a socializar, pero la educación y formación es responsabilidad de los papás quienes saben o deberían saber la perspectiva que quieren que sus hijos tengan de la vida. Son dueños además de la confianza de los pequeños, quienes sin pensarlo si quiera, tomarán como verdad universal e indudable lo que sus padres les digan.

Creo que ésta autoridad sobre los hijos que la vida nos regala debemos aprovecharla al máximo para hacer de ellos buenas personas. Cultivar la tolerancia, la bondad, la capacidad de sorprenderse, el respeto por el otro y por sí mismos, la autoestima y tantas cosas que les servirán para tener una vida exitosa.

En mi caso particular, hice de mis hijos mi experimento vital, no he visto nada más maravilloso en el mundo que esos ojos muy abiertos ansiosos de aprenderlo y entenderlo todo, la satisfacción plena por hacer que un papalote despegara después de arrastrarlo por más de tres horas por la tierra o por haber atrapado un renacuajo y comprobar con el paso de los días que sí se convirtió en rana.


Ser padres es participar un poco de la actividad de Dios.



Escrito por: Lu Co

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