Se dice que los amigos
se cuentan con los dedos de la mano…
Estoy completamente en
desacuerdo con esa premisa. La etimología latina de la palabra proviene de amicus que a su vez deriva de amare, es decir que un amigo es una
persona con quien se tiene una relación afectiva. En mi punto de vista los
seres humanos creamos a lo largo de nuestra existencia un montón de relaciones
afectivas con las personas con quienes tenemos la fortuna de coincidir.
Desde que nacemos,
hablando de la mayoría de las personas aunque desgraciadamente hay casos
particulares, alguien nos está esperando para depositar en nosotros una dosis de
cariño, ya sean en primera instancia los familiares cercanos, mamá, papá,
abuelos, tíos, primos, etc, quienes se convierten en las primeras personas con
las cuales establecemos nuestras primeras relaciones amistosas fortuitas.
Posteriormente cuando
estamos listos para socializar, en la escuela tenemos la oportunidad de
convivir con muchas personas más con quienes establecemos vínculos de amistad.
Como los niños tienen la forma más pura del ser, sólo necesitan percibir
señales de buena disposición, ya sea a través de un saludo, una sonrisa o la
mitad de un lunch, para considerarlo su amigo, sin más complicación que eso.
Algunos niños, como mi
hija, no sé si porque es muy amistosa o arrebatada, casi todos los días
regresaba de la escuela con una nueva
mejor amiga, echando abajo la premisa
que la amistad se fortalece con paso del tiempo. No necesitaba más que un
recreo de convivencia intensa para descubrir la potencialidad amistosa en la
otra persona y sin más la integraba a su corazón con todos privilegios que esto
conllevaba. Esta relación a veces no duraba más de un día o dos, pero la
felicidad de su descubrimiento era memorable por años, platicaba de todas sus
nuevas mejores amigas con entusiasmo aunque le hubieran durado muy poco.
Por otra parte, para mi
hijo, mucho más analítico, tras superar haber probado materialmente a todos los
niños con los que convivía (los mordió), consideró a todos los pequeños sus
amigos… no eran sus compañeros de escuela, siempre se refería a ellos como “mis
amigos”. Fácilmente identificó que con la convivencia había surgido entre ellos
un vínculo de cariño, pero difícilmente a alguno destacaba entre los otros, es
decir, a ninguno le brindaba el atributo de mejor
amigo.
Por supuesto que yo
aprendí mucho de mis dos pequeños, y agregué a mí ya social forma de ser, el
gusto por acercarme a las personas con cariño para establecer relaciones
amistosas dejando a un lado cualquier tipo de prejuicio. Sin embargo he de
reconocer que los adultos son menos transparentes que los niños y algunos
bastante desconfiados.
También he aprendido
que hay personas con las que la empatía es más sencilla y a las que quiero de manera particular. Tras
analizar las características de mis amigos más queridos, creo que la que más valoramos
ambas partes además de la incondicionalidad, es la disposición. Ambas partes sabemos que aunque no estemos pegados del
ombligo, por mi carácter errante, siempre estamos ahí para lo que se ocupe,
somos como tarjeta de Sanborns, para cualquier ocasión.
Particularmente creo
que no es válido decir soy tu mejor amigo y te quiero tanto, pero siempre y
cuando yo me encuentre en mi zona de confort y tus requerimientos no la
modifiquen o sólo puedo ser tu amigo en horas hábiles, nunca se te ocurra
requerirme de madrugada o en domingo a la hora del futbol, porque no estoy para
nadie.
Me parece que las
personas debemos ser más sensibles que eso, los favores se deben hacer cuando
la otra parte la necesita y de la manera en que la ocupe y no como a nosotros
nos resulte cómodo o cuando tengamos tiempo libre: “Yo sé que estás triste hoy,
que es lunes, pero tengo mi agenda llena hasta el jueves, creo que ese día
podemos vernos”. ¿Qué puede haber más urgente que hacer asistir a una persona
que tuvo la humildad y confianza de pedirnos ayuda?
En mi vida he tenido la
oportunidad de conocer a personas de sur a norte del país, he conseguido
establecer relaciones de mucho cariño en cada lugar que he estado, sin embargo,
a pesar de que en el momento fueron maravillosas, cuando migró de ciudad éstas
se disuelven, se desvanecen en la distancia. Definitivamente sólo eran mis nuevos mejores amigos.
Pero por otra parte,
tengo amistades de hace más de 40 años, a quienes he dejado de ver por años
debido a la distancia y ocupaciones,
pero siempre estamos ahí, en cualquier momento acudimos si somos requeridas ya
sea por un bautizo, mal rompimiento o enfermedad.
Escrito por: Lu Co
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