martes, 21 de abril de 2015

Disertaciones: Amigos y algo más

Se dice que los amigos se cuentan con los dedos de la mano…

Estoy completamente en desacuerdo con esa premisa. La etimología latina de la palabra proviene de amicus que a su vez deriva de amare, es decir que un amigo es una persona con quien se tiene una relación afectiva. En mi punto de vista los seres humanos creamos a lo largo de nuestra existencia un montón de relaciones afectivas con las personas con quienes tenemos la fortuna de coincidir.

Desde que nacemos, hablando de la mayoría de las personas aunque desgraciadamente hay casos particulares, alguien nos está esperando  para depositar en nosotros una dosis de cariño, ya sean en primera instancia los familiares cercanos, mamá, papá, abuelos, tíos, primos, etc, quienes se convierten en las primeras personas con las cuales establecemos nuestras primeras relaciones amistosas fortuitas.

Posteriormente cuando estamos listos para socializar, en la escuela tenemos la oportunidad de convivir con muchas personas más con quienes establecemos vínculos de amistad. Como los niños tienen la forma más pura del ser, sólo necesitan percibir señales de buena disposición, ya sea a través de un saludo, una sonrisa o la mitad de un lunch, para considerarlo su amigo, sin más complicación que eso.



Algunos niños, como mi hija, no sé si porque es muy amistosa o arrebatada, casi todos los días regresaba de la escuela con una nueva mejor amiga, echando abajo la premisa que la amistad se fortalece con paso del tiempo. No necesitaba más que un recreo de convivencia intensa para descubrir la potencialidad amistosa en la otra persona y sin más la integraba a su corazón con todos privilegios que esto conllevaba. Esta relación a veces no duraba más de un día o dos, pero la felicidad de su descubrimiento era memorable por años, platicaba de todas sus nuevas mejores amigas con entusiasmo aunque le hubieran durado muy poco.

Por otra parte, para mi hijo, mucho más analítico, tras superar haber probado materialmente a todos los niños con los que convivía (los mordió), consideró a todos los pequeños sus amigos… no eran sus compañeros de escuela, siempre se refería a ellos como “mis amigos”. Fácilmente identificó que con la convivencia había surgido entre ellos un vínculo de cariño, pero difícilmente a alguno destacaba entre los otros, es decir, a ninguno le brindaba el atributo de mejor amigo.

Por supuesto que yo aprendí mucho de mis dos pequeños, y agregué a mí ya social forma de ser, el gusto por acercarme a las personas con cariño para establecer relaciones amistosas dejando a un lado cualquier tipo de prejuicio. Sin embargo he de reconocer que los adultos son menos transparentes que los niños y algunos bastante desconfiados.

También he aprendido que hay personas con las que la empatía es más sencilla y  a las que quiero de manera particular. Tras analizar las características de mis amigos más queridos, creo que la que más valoramos ambas partes además de la incondicionalidad, es la disposición. Ambas partes sabemos que aunque no estemos pegados del ombligo, por mi carácter errante, siempre estamos ahí para lo que se ocupe, somos como tarjeta de Sanborns, para cualquier ocasión.

Particularmente creo que no es válido decir soy tu mejor amigo y te quiero tanto, pero siempre y cuando yo me encuentre en mi zona de confort y tus requerimientos no la modifiquen o sólo puedo ser tu amigo en horas hábiles, nunca se te ocurra requerirme de madrugada o en domingo a la hora del futbol, porque no estoy para nadie.

Me parece que las personas debemos ser más sensibles que eso, los favores se deben hacer cuando la otra parte la necesita y de la manera en que la ocupe y no como a nosotros nos resulte cómodo o cuando tengamos tiempo libre: “Yo sé que estás triste hoy, que es lunes, pero tengo mi agenda llena hasta el jueves, creo que ese día podemos vernos”. ¿Qué puede haber más urgente que hacer asistir a una persona que tuvo la humildad y confianza de pedirnos ayuda?

En mi vida he tenido la oportunidad de conocer a personas de sur a norte del país, he conseguido establecer relaciones de mucho cariño en cada lugar que he estado, sin embargo, a pesar de que en el momento fueron maravillosas, cuando migró de ciudad éstas se disuelven, se desvanecen en la distancia. Definitivamente sólo eran mis nuevos mejores amigos.

Pero por otra parte, tengo amistades de hace más de 40 años, a quienes he dejado de ver por años debido a la distancia y ocupaciones, pero siempre estamos ahí, en cualquier momento acudimos si somos requeridas ya sea por un bautizo, mal rompimiento o enfermedad.

Me parece que la amistad también radica en jugar del lado de nuestros amigos en el momento en que lo necesitan, ya con el paso de la urgencia, podemos hacer las observaciones puntuales de algún posible desacuerdo, pero cuando requieren oír que el sol es verde, yo diré que indiscutiblemente lo es.

Escrito por: Lu Co

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