Tengo una amiga, mi muy
amiga, la admiro, respeto y quiero tanto…
Entre las muchas cualidades
que ella tienes es que sabe mucho sobre hombres. Aunque a veces es difícil
hacerla hablar sobre ellos porque es bastante prudente y tímida en sus
comentarios. Quizá no es la mujer guapa del circo pero algo tiene que
generalmente cuenta con un buen stock para elegir.
Para mi amiga, los hombres
son seres maravillosos que dios creo para sus hijas -y no al revés como se dice
en la biblia-, quienes nos proporcionan horas de sano entretenimiento y
complementan a nuestro ser.
Dicen por ahí que las
mujeres son inteligentes, frágiles y a veces un poco dispersas, que mejor que
encontrar un hombre con conocimientos prácticos, fuerte y con la concentración
suficiente para resolver inconvenientes que a veces nos aquejan y dispuesto a
salvaguardar nuestra integridad.
Están los mejores amigos,
quienes te escuchan pacientemente y te señalan, casi siempre sin burlarse, que
tu sufrir es ridículo y te estás ahogando en un vaso de agua y en caso de no convencerte,
siempre están dispuestos a echarse un trago contigo y consolarte en sus brazos
sin que tu virtud corra riesgo.
También contamos con el
eterno pretendiente. Es un poco guapo, bien intencionado y definitivamente nos
quiere. Generalmente acudimos a él cada vez que perdemos al hombre de nuestra
vida, y está para darnos besos y apapachos reparadores, recordarnos lo
encantadoras que somos y que el supuesto príncipe azul no es más que un barbaján
que no sabe lo que se pierde porque el daría lo que fuera por haber estado en
su lugar.
No falta nunca el ex
arrepentido. Es ese sujeto que en algún momento fue el hombre de nuestra vida y
que generalmente rompió con nuestras expectativas y quisimos morir al menos
durante cinco minutos porque no soportábamos la vida sin él. Ahora es nuestro
ex, finalmente nos damos cuenta que ni era tan guapo, ni era tan sexi, quizá
hasta un poco gordo, babeaba y quizá el tamaño no era tan perfecto. No es
nuestro incondicional pero lo vemos ocasionalmente porque nos garantiza sexo de
buena calidad y nos trata con cariño.
Y por supuesto, el príncipe
del momento. ¿Qué les puedo decir?, Es nuestra perfecta mitad, tan guapo, tan
listo, tan simpático, tan sexy, tan amable, no podemos vivir sin él, invertimos
un día completo o más en repasar cada uno de los momentos que pasamos juntos.
Las actividades amatorias son el motor de nuestro universo y las cascadas de
suspiros que nos inspira no permiten que se nos tape la nariz. Sin embargo,
desde el momento en que se convierte en nuestro príncipe está condenado a ser
nuestro ex cuando el nuevo amor de nuestra vida llegue o su conducta amerite
ser derrocado.
Si tenemos mucha suerte y
además le dedicamos el suficiente tiempo, tendremos al amante perfecto, ya
superamos el enamoramiento y se volvió nuestro compañero de juegos. Creo que
para mí es el más importante de todos. Este hombre pudo llegar a nuestras vidas
desempañando cualquiera de los roles anteriores, pero gracias a su esfuerzo,
creatividad y desempeño se quedó por mucho tiempo. Logró ganarse nuestra
confianza y sacar a la lujuriosa que toda mujer lleva dentro, con él
practicamos sin pensarlo todas las actividades sexuales que se nos ocurran.
Hace con los ojos cerrados los pases mágicos que nos derriten. No debemos meter
la panza cuando se nos acerca y sin cuestionarnos puede esperar cinco minutos a
que nos lavemos los dientes y corramos al refrigerador por la crema chantilly …
que les digo… es ese a quien recuerdo y le dedicó casi todas mis sonrisas.
Finalmente, toda mujer de mi
edad y quizá de todas las edades debe tener un hombre ideal. Es aquel a quien
dotamos de todos los atributos que creemos nos harían felices, los consideramos
nuestra alma gemela y por supuesto NO EXISTE.
Escrito por: Lu Co
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