El otro día pensaba en lo difícil que es crecer, las miles
de responsabilidades que uno adquiere al momento de hacerse mayor y extrañé
mucho mi niñez, era más fácil ¿saben? Y aprovechando que es el día del niño,
pensé ¿por qué no dedicarle este artículo a los pequeños que siguen dentro de
nosotros?
Cuando eres niño únicamente te preocupas si Santa Claus te
cachó haciendo travesuras y te ha puesto en la lista negra, si el día se nubla
y comienza a llover corres a brincar a los charcos y organizar una carrera de
barcos de papel, las peleas con tus amigos pierden sentido a los tres minutos,
los jardines son lugares mágicos donde puedes explorar hasta el más recóndito lugar
en busca de algún dragón, ensuciarse las manos era el resultado de una fábrica
de pasteles con lodo y la única responsabilidad con la que tenías que cargar
eran las calificaciones, todo es felicidad y si lloras por algún raspón mamá
vendrá corriendo a darle un beso mágico que hará sanar la herida.
Y de pronto puff los
años de caen encima como dulces de piñata, las responsabilidades llegan a tu
vida, ya no sólo tienes que lidiar con la escuela, ahora están cientos de
deberes en el hogar, tu cuerpo, tus relaciones dentro y fuera de casa,
angustias, celos, dramas, crudas, con el paso del tiempo trabajo, gastos y
hasta familia en algunas ocasiones y entonces llega la pregunta del millón ¿en
qué momento pasó? ¿Cuándo dejamos de jugar? No es que ya no nos divirtamos
claro que la edad también tiene sus beneficios entre ellos la libertad,
aprendizajes y obviamente cientos de risas.
Varias veces he extrañado más de lo debido ser pequeña, como
el niño eterno, el famoso Peter Pan, que juega día y noche, tiene miles de
aventuras con los niños perdidos, convive con las hadas y le hace travesuras al
atormentado capitán Garfio, no entiendo cómo es que Wendy teniendo la
oportunidad de divertirse todo el tiempo decide volver a casa y crecer, seguramente
no pensó en lo difícil que sería la escuela, encontrar trabajo, lidiar con un
jefe, sufrir por un corazón roto o mantener a una familia.
Dicen por ahí que siempre tendremos dentro de nosotros a un
niño interior, sólo se necesita prestar atención a su vocecita que grita con
todas sus fuerzas desde el fondo de nosotros, y aunque me considero una niña
juguetona sé que no soy la misma de hace 15 años, seguiré creciendo y aunque
deje la ventana abierta y cuente cuentos en voz alta Peter Pan no vendrá por
mí, ya no puedo volver al país de Nunca jamás, pero hay algo que sí puedo
hacer, reír, mantener esa mirada inocente que se asombra con la aparición de un
arco iris, tomar uno o varios minutos para escuchar a esa niña que vive dentro
de mí y prometerle que seguiré jugando, y aunque el síndrome de Peter Pan
represente la inmadurez, rebeldía, irresponsabilidad, entre otras cosas no tan
positivas para la sociedad, para mi simplemente significará volar con
pensamientos felices.
Escrito por: Sue FC ❤