lunes, 28 de septiembre de 2015

Coleccionista de besos

Coleccionar algo es un pasatiempo cada vez menos popular, aunque no falta uno que otro que aún continúe con dicha actividad; entre las colecciones más populares están las monedas, estampas, boletos, juguetes, videojuegos, playeras, etc.

Cuando era chiquita mi mamá nos compraba a mi hermano y a mí el álbum de moda de panini, la verdad es que nunca llegue a completarlo, ni la colección de tazos del momento, ni de ninguna otra, aparentemente no soy una persona muy perseverante ni constante a la hora de coleccionar, pero con el paso del tiempo y conforme crecí encontré algo que realmente me gusta atesorar, los besos.

Si, así es, soy una coleccionista de besos, de esas que saborean el momento, conversan largo y tendido, miran a los ojos, disimulan el contacto, acumulan la tensión hasta que poco a poco nos vamos acercando.

Soy una coleccionista de besos, que juegan, esperan, se acercan y se alejan hasta que uno de los dos no puede más, de esas que disfrutan ver la ansiedad en los ojos, que sonríen cuando finalmente uno de los dos cede.

Soy una coleccionista de besos que disfruta el momento con una intensidad como si no hubiera mañana, soy de esas que en lugar de discutir prefiere sonreír, porque mientras las malas lenguas hablan las buenas besan y ¡vaya que besan!

Soy una coleccionista que cree que cualquier lugar es bueno para besar ya sea en un parque, fiesta, casa, mientras espero que el semáforo se ponga en verde o como bajo la lluvia como un cliché de película, soy de esas que sonríe antes, durante y después de un buen beso.

Soy una coleccionista de besos que no espera el momento perfecto, lo crea, soy de esas que no espera que él tome la iniciativa, si veo un beso asomándose de sus labios y sonriéndome, creo que debo tenerlo dentro de mi colección y sin decir agua va lo robo, porque ese único beso será mío para siempre.

Colecciono todo tipo de besos, cortos, y largos, tiernos y arrebatados, decentes y salvajes, prudentes y despeinados, dulces y picantes, pero mis favoritos… son únicos, están cargados de ganas, ganas de gritar, de correr, de moverse, ganas de más, son aquellos que nunca serán iguales, ni siquiera si es la misma persona, porque esos besos son los primeros, eso es lo que los hace tan especiales, son besos inesperados, dulces y en la mayoría de los casos son perfectos.

Soy una coleccionista de besos que guarda la imagen en la cabeza, la emoción en el estómago y la sensación en el corazón.


Escrito por: Sue FC ❤

1 comentario:

  1. Hay besos que pronuncian por sí solos
    la sentencia de amor condenatoria,
    hay besos que se dan con la mirada
    hay besos que se dan con la memoria.

    Hay besos silenciosos, besos nobles
    hay besos enigmáticos, sinceros
    hay besos que se dan sólo las almas
    hay besos por prohibidos, verdaderos.

    Hay besos que calcinan y que hieren,
    hay besos que arrebatan los sentidos,
    hay besos misteriosos que han dejado
    mil sueños errantes y perdidos.

    Hay besos problemáticos que encierran
    una clave que nadie ha descifrado,
    hay besos que engendran la tragedia
    cuantas rosas en broche han deshojado.

    Hay besos perfumados, besos tibios
    que palpitan en íntimos anhelos,
    hay besos que en los labios dejan huellas
    como un campo de sol entre dos hielos.

    Hay besos que parecen azucenas
    por sublimes, ingenuos y por puros,
    hay besos traicioneros y cobardes,
    hay besos maldecidos y perjuros.

    Judas besa a Jesús y deja impresa
    en su rostro de Dios, la felonía,
    mientras la Magdalena con sus besos
    fortifica piadosa su agonía.

    Desde entonces en los besos palpita
    el amor, la traición y los dolores,
    en las bodas humanas se parecen
    a la brisa que juega con las flores.

    Hay besos que producen desvaríos
    de amorosa pasión ardiente y loca,
    tú los conoces bien son besos míos
    inventados por mí, para tu boca.

    Besos de llama que en rastro impreso
    llevan los surcos de un amor vedado,
    besos de tempestad, salvajes besos
    que solo nuestros labios han probado.

    ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
    cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
    y en los espasmos de emoción terrible,
    llenáronse de lágrimas tus ojos.

    ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
    te vi celoso imaginando agravios,
    te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
    y qué viste después...? Sangre en mis labios.

    Yo te enseñé a besar: los besos fríos
    son de impasible corazón de roca,
    yo te enseñé a besar con besos míos
    inventados por mí, para tu boca.

    Gabriela Mistral
    Me acordé de este poema, nada personal :)

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