El jueves pasado me enteré de una noticia bastante triste:
"Chester Bennignton, vocalista de Linkin Park, se había suicidado en su residencia, tenía solamente 41 años y seis hijos, de dos matrimonios diferentes. El cantante había superado su adicción a las drogas y al alcohol y parecía que había dejado atrás aquellos deseos suicidas que tuvo desde que alguien de su familia abusó de él cuando era un niño"
Leí todo eso ese mismo día, no sabía nada sobre eso y me impactó. Volví a escuchar Linkin Park, mi banda favorita del último año de la primaria y toda la secundaria, fue como regresar más de una década en el tiempo.
Recuerdo que, cuando estudiaba canto escuchaba ópera, cambié mis gustos por Linkin Park. Soñaba con volverme un cantante de Nu Metal y ser famoso. Nada de eso ocurrió; sin embargo, sus canciones me ayudaron a aprender inglés más rápido… Y seguí escuchándolos aunque cada vez con menos frecuencia. El último álbum que compré de ellos fue uno que sacaron en 2012. El de 2014 y el más reciente, no los he comprado.
Pero a causa de su muerte volví a escucharlo y hasta me dieron ganas de adquirir los discos faltantes de mi colección; no sé si es porque me gustan aún o simplemente porque estoy reviviendo recuerdos.
Sigo sin creer que Chester ya no esté aquí con nosotros, ahora que escucho con detenimiento lo que canta en su último disco, me doy cuenta de que expresaba fuertemente sus ganas de desaparecer de aquí, pareciera que no estaba conforme con su vida.
Y nos podemos preguntar, ¿por qué? Tenía fama, dinero, reconocimiento, trabajaba en lo que quería... Pero tal vez le faltaba algo más, quizá paz interior… Aquella que no tiene precio y que cuando se encuentra, dicen que no se cambia absolutamente por nada.
Me parece importante y fundamental que si nos sentimos tristes, agobiados o en un callejón sin salida, compartamos con nuestros seres más cercanos esa sensación. Ellos no nos abandonarán; y si es necesario, acudamos a buscar ayuda profesional para recibir tratamiento para evitar una tragedia.
Que la muerte de nuestros ídolos nos sirva para reflexionar y saber que todos tenemos nuestros propios demonios internos, todos peleamos nuestras propias batallas…
Por eso hay que ser amables con quien se cruce en nuestro camino o al menos intentarlo, debemos atrevernos a hacer aquello de lo que tengamos ganas en ese momento: Dar un beso, un abrazo, decirles a nuestro círculo cercano lo que sentimos, expresar nuestras inconformidades o lo que queramos. Porque puede que ya no haya después y sea demasiado tarde.
Descansa en paz Chester, y gracias por todo.
Escrito por: Jesús Daniel Hernández
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