martes, 1 de marzo de 2016

DISERTACIONES: VER PARA CREER

La semana pasada hubo un incidente eléctrico en el fraccionamiento en donde vivo, y sin preparación previa nos vimos obligados a pasar varios días sin luz. Quizá si viviera con un príncipe azul, la oportunidad hubiera sido invaluable y podríamos haber invertido las horas en corretearnos sin ropa por todo el castillo, pero como no es así, fue una experiencia bastante incómoda y dudo que aleccionadora.

De entrada, mi hijo, adicto a los aparatos electrónicos huyó al siguiente día, mi hija y yo como todas unas guerreras aceptamos el reto. Sacamos a la damisela del medievo que tenemos dentro y nos iluminamos como pudimos, yo por supuesto me hice esclava de una vela que me dieron en un bautizo o ¿quizá primera comunión o boda?  que estaba olvidada en un repisa -ahora me doy cuenta que no sé porque se llaman “recuerdos” si no sé en qué fiesta fue que me la dieron-. Y mi pequeña más moderna, usó su celular como antorcha y agradeció ser tan disciplinada y escoger con antelación toda la ropa que usaría en una semana.

Las incomodidades fueron muchas, no hubo forma de convencer al refrigerador a que funcionara sin luz y toda la comida congelada y refrigerada comenzó a hacer de las suyas, expidiendo un olor indescriptible, gracias a dios mi hijo antes de huir  llevó a la sobreviviente a buen resguardo a casa de mi hermana.

En la mañana yo no podía creer que ya era tiempo de levantarse porque no había luz que encender. Después de jugarme la vida para llegar hasta el calentador y encenderlo, tuve la experiencia de bañarme sin ver y peinarme de oído, escogí la ropa rogándole a dios que me llenara de tino para no usar un pantalón gris con blusa verde, suéter negro y botas rosas o de diferente modelo. Y por la noche de nuevo las complicaciones… agradecí que no olvidara cargar los celulares en la oficina porque a nadie se le ha ocurrido hacer velas con entrada para cargador de celular.

Mi hija sufrió un poco para conciliar el sueño porque tiene la mala costumbre de que la televisión la vea dormir, y yo tuve cualquier cantidad de pesadillas sobre amanecer hecha una charamusca por haber olvidado apagar la vela y causar un incendio.

El jueves finalmente se “hizo la luz” y la alegría volvió a nuestra vida y mi hijo a la casa junto con todos los víveres, algunos de ellos presentaban características de Zombi...”un poco verdes y de apariencia extraña”.

Gracias a esta mala experiencia apreciamos en todo lo que vale la maravilla de la electricidad y la urbanización, definitivamente hemos contado en la historia de la humanidad con verdaderos genios cuyos inventos nos hacen muy cómoda y fácil la vida, pero sus innovaciones se han vuelto tan cotidianas que dejamos de apreciarlas.

Bien dice el dicho “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido” o… ¡se quema el transformador!
Escrito por: Lu Co 

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