martes, 8 de marzo de 2016

DISERTACIONES: LIBRE COMPETENCIA

En mis clases nuevas tuve una materia en la que mencionaban que actualmente las personas, además de ser consumidores activos a quienes va dirigida toda clase de publicidad, se han convertido también en un producto, particularmente para los vendedores de ideologías políticas, quienes ofrecen a sus “candidatos” como la panacea que resolverá todos los problemas que nos agobian.

Sin embargo, no creo que sólo los candidatos políticos se vendan, todas las personas de alguna manera se ofrecen y la mayoría lamentablemente siempre en busca de algún beneficio material. Por ejemplo cuando van en pos de un trabajo e intentan convencer al reclutador que tienen el mejor perfil para el puesto y empeñaran su vida en beneficio de la compañía.

O peor aún, por ahí circulan un montón de personas, mujeres en su mayoría, quienes invierten tiempo, dinero y esfuerzo en sí mismas para ser un producto atractivo para el sexo opuesto convirtiéndose en aparadores vivientes resaltando sus cualidades físicas.

Por las mañanas en mi oficina y creo que en muchas, pasan por el baño decenas de mujeres “produciéndose” para causar la mejor impresión posible a sus compañeros de trabajo y posicionarse en el mercado ya sea para ser adquiridas de manera permanente o sólo para ganar algún beneficio, que va desde cafés gratis hasta citas con “todo incluido”.

Pero por ahí se pueden encontrar a personas como yo, que aunque se peguen en la espalda un letrero de “se traspasa barato” encuentran muy pocos interesados en su adquisición. A estas alturas de mi vida creo que ya me acostumbre, pero algún día me causó duda y hasta molestia.

Supongo que debe haber muchas mujeres por ahí con las mismas características. Me he analizado varias veces y he descubierto que tengo truco… (jajaja). De entrada no me produzco para ofertarme, ando por la vida tal y como soy, no tengo la intención de invertir ni un minuto en decorar mi exterior y mucho menos hacer atractivo mi interior: Existo de manera auténtica.

Mis característica como persona son “alternativas”, soy completamente amoral (dícese de la persona que hace mucho descartó su interés por ser socialmente aceptable). Tengo objetivos claros en la vida y no ando viendo por ahí que se me atraviesa y si me conviene, me adapto, por el contrario, si alguien quiere sumarse a mi vida debe ser compatible con mi existir.

No me resultan atractivos los ofrecimientos materiales, definitivamente prefiero los intelectuales y si son un reto, mejor aún. Cuando veo una persona interesada en adquirirme saco mi camuflaje de “puerco espín” y mi lista de pretextos absurdos. Pocos son los sujetos que alcanzan tal nivel de persistencia que atrapan mi curiosidad.

Por otra parte, soy una consumidora exigente e inconforme, cuando por fin me animo, al primer detalle incómodo lo devuelvo aunque no me regresen mi dinero. Pero como toda persona en este mundo, he tenido la fortuna de sumar a algunos hombres en mi vida y la experiencia, aunque no dure tanto como quizá debiera, resulta muy satisfactoria. Pero como todo por servir se acaba, lo desalojo de mi vida antes de que ocurra un mal funcionamiento.

Definitivamente, al igual que muchas otras mujeres, yo no soy un producto que se pudiera vender en un infomercial: no estoy al alcance de cualquiera, mis instrucciones son muy complicadas y no basta tener dinero para poderme adquirir.


Escrito por: Lu Co 

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