Desde que tengo orejas o al menos conciencia, soy fan de las fábulas y los refranes populares, me parece que guardan enseñanzas sobre valores universales exponiéndolos de una manera tan práctica que “no hay más ciego que él no quiere ver”. En este mundo tan revoloteado en que vivimos en donde uno puede perder su patrimonio o hasta la vida en el mercado; ser agredido por osar manejar de su casa al trabajo o que un porcentaje importante de la personas anda por ahí repartiendo culpas y responsabilidades, no creo que este de más tomar algunas lecciones que están a la vista pero pocos quieren ver.
Un refrán que de pequeña me causó angustia fue ese que dice “De tal palo tal astilla”, no sabía con certeza si se trata de una amenaza o debía sentirme tranquila porque tenía muy claro mi futuro. Ya con el tiempo y los libros mi alma se tranquilizó un poco, toda vez que pude entenderlo mejor con la Teoría del Determinismo, que dice que las personas moldean su personalidad y conducta dependiendo los factores familiares, sociales, éticos, políticos, religiosos, etc. en que se desenvuelve.
Sin embargo, el refrán sólo quedó en eso, porque he tenido la muy mala fortuna de toparme con personas cuya intención es sacar ventaja de toda circunstancia o incautó que por mala suerte caiga en sus manos. ¿Entonces debería concluir que los papás de esa “finísima persona” son iguales que él; que el truhan aprendió el arte de la gandallez desde su época de lactante?
Cuando a través de los medios de comunicación nos enteramos de la detención de algún delincuente asesino, ladrón o violador, en muchas ocasiones los familiares de esta “fichita” también son entrevistados, y en la mayoría de las ocasiones o de verdad los parientes cercanos son actores dignos de un premio de la Academia o efectivamente no tenían ni las más pequeña idea de a que se dedicaba el mafioso que forma parte de su círculo cercano.
Particularmente las mamás tenemos la virtud de hacer unos dramas monumentales cuando alguno de nuestros hijos cae en desgracia o peor aún, cuando descubren que sus engendros han sido capaces de dañar a tantas personas. Ahí surge la pregunta de los chorrocientos mil pesos ¿Qué hicimos o dejamos de hacer para que aquel pequeño botijón que andaba colgado de sus enaguas creciera y se convirtiera en el hijo malvado de satanás?
¿Ustedes que creen? En circunstancias menos drásticas como cuando llaman a la mamá de un pequeño que en la escuela le puso un ojo morado a su compañero, le subió la falta a una niña, saqueó el presupuesto para el recreo de sus compañeros o se robó algún objeto ¿Qué hacen las mamás? Hace algunas decenas de años, el pequeño infractor debía enfrentar la humillación del regaño público, toda vez que la tutora se disculpaba y obligaba a su engendro a hacerlo y reparar el daño en la medida de sus posibilidades, al llegar a la casa le daban tremenda tunda que recordaría cada que se le antojara hacer otra maldad.
Actualmente, dice la leyenda urbana, no lo sé con certeza porque mis hijos ya superaron esa etapa escolar, los progenitores de esos delincuentes en potencia llegan a institución académica dispuestos a obligar a la maestra, el director o hasta el secretario de Educación a que se disculpen con su menor porque el pequeño se comporta como “cavernicogargola” porque tiene “conflictos propios de su edad” o desórdenes de conducta que deben ser comprendidos y tratados casi clínicamente.
¿Será entonces que el refrán del palo y la astilla pasó a ser el de la causa-"defecto"? ¿Los casi delincuentes juveniles son hijos de maleantes adultos o sus papás más bien son omisos?
Estoy convencida que México es un país de gente buena, con muchas ganas de salir adelante y dispuesta a ayudar al prójimo, sin embargo vemos cientos de casos de adolescentes-jóvenes capaces de hacer cosas tan atroces que ni a Stephen King se le hubieran ocurrido ¿Qué no está pasado? Definitivamente son los menos, pero sus conductas cada vez nos generan más impacto. Y por supuesto tampoco es responsabilidad del gobierno criar a las personas.
¿Creen ustedes que ahora eso del palo y la astilla quedó en el pasado y en la actualidad los jóvenes están hechos de Macopan, es decir, de partículas de madera molida y prensada de los distintos trozos que van sobrando? Creo en definitiva que los papás debemos retormar el papel de roble en la vida de nuestros hijos para que ellos sean de BUENA MADERA.
Y en el caso de las personas que no tengan la fortuna de contar con padres o éstos no sean el mejor ejemplo, no deben olvidar que cuentan con libre albedrío y que no deben elegir entre lo bueno y lo malo… sino entre lo bueno y lo mejor, hagan que su persona sume, primero para si mismos y luego para el resto de la sociedad.
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Escrito por: Lu Co
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