lunes, 22 de febrero de 2016

No tengo madera

El otro día pensaba en las predisposiciones con las que contamos los seres humanos y en cómo estas influyen en nuestras vidas, por ejemplo, he escuchado a mujeres decir que no tienen madera para ser amas de casa, ya sea porque no soportan las labores domésticas o detestan permanecer tanto tiempo dentro de su hogar, o bien a ciertas personas que los deportes no son lo suyo y dar más de 20 pasos los agota.

He de confesar que las primeras veces que escuche estas tres palabras (no tengo madera) cuando era muy pequeña, pensaba que no era algo tan grave, bastaba con ir a una carpintería y listo, podían comprar la madera que necesitasen, con el paso de los años entendí que se referían a que no estaban hechos para algo …

Así pues en uno de los momentos de reflexión que tengo un par de veces al día, me puse a pensar si había algo para lo que no estuviera hecha, en un principio fue difícil porque siempre me dijeron que lo quisiera y me propusiera podía conseguirlo; después de ver mi vida en retrospectiva encontré algo para lo que no estoy hecha: ser una novia.

Quizá es por causa de mi ejemplo a seguir y la persona que más admiro – mi mamá – que se desespera muy pronto con los galanes en turno y se aburre fácilmente, lo mismo me pasa a mí, a pesar de que disfruto más de la compañía masculina que de la femenina y me es más sencillo relacionarme con ellos que con ellas, pero definitivamente los novios no son lo mío.

Lo cual es una gran contradictoria en mi vida y ocasiona grandes discusiones con mi niña interior que anda por la vida en busca de un príncipe azul, pero cuando creemos encontrarlo rara vez permanece mucho tiempo en nuestras vidas.

Creo que parte del problema es que no sé qué hacer cuando tengo novio, llegan a mi mente preguntas cómo, ¿qué es lo que come? ¿Con qué frecuencia hay que sacarlo? ¿Puedo mojarlo? Y cosas parecidas.

Aunque si disfruto de los detalles y el romanticismo, generalmente el entusiasmo por tener alguien a mi lado disminuye rápidamente, el estar en mi cama teniendo un maratón de películas llega a parecerme una mejor inversión de tiempo.

Tal vez sea la edad, la falta de tiempo o de ganas, lo que ocasiona que no quiera estar con alguien, quizá con el tiempo encuentre una carpintería que tenga justo lo que necesito, madera para ser una novia.

Escrito por: Sue FC

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martes, 9 de febrero de 2016

DISERTACIONES: CLASES DE PERSONAS

¿Alguna vez se han preguntado qué clase de persona son? El panorama es bastante amplio, en las entrevistas para ingresar a un trabajo o estudio superior nos hacen siempre ese cuestionamiento o nos piden que nos describamos o definamos. Los solicitantes suelen decir que son: responsables, optimistas, alegres, dedicadas, trabajadoras, activas, etc. o hacen un listados de todas las cualidades que se les puedan ocurrir en ese momento.

En el ámbito de la seguridad pública eso se pone aún más difícil porque uno de los exámenes de ingreso que nos aplican consiste en hacernos toda una serie de preguntas por horas y horas; la leyenda urbana dice que para aprobarlo debemos de decir la verdad, ser honestos, no importa que uno diga que es ansioso, o irresponsable si eso es cierto. Y para muchos es casi un reto superar  la evaluación, porque además de ser muy tediosa no saben si deben contestar la verdad o lo socialmente correcto.

¿Se imaginan que su vida dependiera de definirse correcta y honestamente? Cuando era muy pequeña recibí una buena dosis de tortura psicológica disfrazada de lecciones morales y religiosas con argumentos que iban desde que un ser alado estaba junto a mí y que se ponía triste si me portaba mal, hasta que cuando me muriera iba a ser juzgada por alguien que todo lo veía y sabía de mis acciones más ocultas y pensamientos más oscuros. ¿Pueden ustedes creer que una niña de 6 años hiciera cosas tan terribles para merecer la tortura eterna?

Quiero pensar que la intención de todas esas personas que me torturaron con esos dichos tan absurdos era convertirme en una buena persona, en esa clase de ser humano que ellos esperaban que fuera, lamentablemente debo reconocer que no funcionó, incumplí con todas las expectativas de mis mentores ¿Eso me convierte en una mala persona?

Por ahí circulan una gran cantidad de prototipos de la clase de persona que debemos ser, casi siempre dependiendo del rol. Por ejemplo ¿Cuántas veces hemos escuchado que una persona del sexo femenino es calificada como “buena mujer”? Al menos yo varias decenas de veces y me he tomado el tiempo de analizar sus características, que van desde ser muy prudente, aguantadora, con manos mágicas para la cocinada y las labores domésticas, fiel y sacrificada.

Sin embargo, yo me pregunto ¿qué haría esta “buena mujer” siendo una madre proveedora, trabajando más de 12 horas al día y realizando análisis matemáticos o defendiendo un caso ante una corte internacional? Me parece que por muy bien que cocinara o dejará las camisas sin ninguna arruga no podría superar el reto.

Entonces no me parece tan válido definir a una persona de acuerdo a que tan eficiente es cumpliendo un rol… quizá debería ser algo más místico que tuviera que ver con valores éticos. Pero aun así cuando analizamos la praxis se complica el asunto. Por ejemplo, en el cine y en la vida real vemos a un hombre cuyas características es ser rudo, fanfarrón, violento, dispuesto a golpear a cualquier ser humano que no le resulte de su entera satisfacción, en un primer momento nos parecería de esa clase de personas de las que preferiríamos mantenernos alejados, y en caso de que se trate de un filme, lo odiaremos cada vez que haga de las suyas.

Sin embargo ¿qué pasa si este mismo sujeto por azares del destino coincide con una chica que siempre ha sido víctima de todos, ha recibido toda clase de abusos y burlas de sus semejantes y el brabucón la toma bajo su protección y golpea a todos aquellos que la fastidian constantemente? ¿Se convierte en un héroe? Aparentemente sí.

Definitivamente es muy difícil autodefinir la clase de persona que somos y más aún, etiquetar a los demás, creo que los seres humanos estamos hechos de cientos de partes, pensamientos y sentimientos, acciones y motivaciones, después de analizarme por varias decenas de años, lo único que pude concluir es que soy una persona de clase HPJ.

Escrito por: Lu Co 

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