Así que tengo que caminar unos diez minutos para llegar a la oficina, ustedes pensarán ¿qué tiene de malo un poco de ejercicio matutino?, la verdad es que no hay nada de malo en simplemente caminar, pero he de confesar que me da miedo por lo que al salir de mi auto le marco a la única persona que sé que haría algo al instante si tuviera algún incidente.
¿Miedo? Si miedo, miedo por ser mujer y para colmo aparentar una edad menor de la que en realidad tengo, todos los días tengo que soportar los piropos y miradas de los gentiles caballeros, miedo de caminar sola y que algo llegue a pasarme.
Sólo son diez minutos de hablar por teléfono para sentirme a salvo, pero a veces esos diez minutos pueden cambiarlo todo …
Ellos tuvieron diez minutos para darse cuenta de mi rutina en la mañana, salir del estacionamiento, sacar mi celular y marcar el número de mi mamá, platicar de alguna tontería mientras caminaba apresuradamente.
En menos de diez minutos supe algo no estaba bien, alguien me veía, no supe quien era porque siempre hay alguien observando y murmurando.
Antes de que se cumplieran esos diez minutos de cada mañana, el auto se orillo y ellos descendieron, antes de que pudiera marcar el número, me tomaron por la fuerza y arrastraron al coche.
Fueron diez minutos que lamenté profundamente porque sabía que no me encontrarían fácilmente, me jalonearon y ultrajaron por más de diez minutos hasta que llegamos al destino final en el que solo Dios sabe que me esperaba, ¿y qué pasaría después? Probablemente me sumaría a la lista, esa donde se encontraba Mara Castillo u otras cientos de chicas desaparecidas.
Diez minutos que cambiaron el rumbo de mi vida …
La historia anterior, no es real, afortunadamente nada me ha sucedido, pero lo cierto es que es algo que pienso que me ocurrirá cada mañana, porque vivo en un país donde las mujeres son las culpables de lo que les pasa, simplemente por ser mujeres.
Ni una menos.
Escrito por: Sue FC ❤