¡Ver para creer o vivir para contar! En días pasados el Director General de Televisa anunció que dejaba el puesto que ostentaba en la cadena de televisión, aunque no la presidencia, toda vez que los tiempos cambiaban y era momento de dejar que nuevas personas se hicieran cargo de ella para renovarse.
Creo que si mi padre viviera no lo podría creer, toda vez que en “sus tiempos” esa cadena de televisión dominaba ese medio de comunicación masiva, eran los dueños de la atención de la mayoría de la audiencia y manipuladores de la información que determinaba la percepción de la opinión pública.
Casi todas las personas mayores de 50 años tuvieron a bien llorar con "La Colorina", enfurecerse con la maldad de los villanos de Cuna de Lobos o alguno de esos súper dramones que se transmitían en el horario estelar de la noche por el canal 2. ¿Quién no sintonizaba a Jacobo Zabludovsky para que nos informara de los que pasaba en el país y en el mundo?
¿Será cierto entonces que todo por servir se acaba o será que los directivos de tan poderosa televisora nunca escucharon el lema “renovarse o morir” o simplemente que el internet “les comió el mandado”? Quizá un poco de todo. Lo que sí es evidente es que la sociedad evolucionó y la cadena de televisión se quedó instalada en el cómodo éxito que tenían sus contenidos "explotadores de la miseria humana".
Imagínense, hace varias décadas una telenovela podía desarrollar en 500 capítulos la historia de una “pobre madre” que había perdido a su hijo y al parecer lo buscaba de casa en casa o preguntando a todos los malvados que se empeñaban por esconder el paradero del susodicho. Ahora con las redes sociales y los nuevos mecanismos de búsqueda de personas extraviadas bastaba que se pusiera una alerta Amber y solicitar a los millones de internautas su colaboración.
O que tal el caso de la mujer sufridora a la que todo le pasaba, desde que la maltratara el marido, la suegra, el tío, el cuñado, el mayordomo y la cocinera, hasta que fuera despojada de sus ahorros encerrada en la soledad de su cuarto. En esos tiempos bastaría que grabara con su celular el trato cruel de que es objeto, para que su marido fuera exhibido en los medios de comunicación como Lord Maltratador, lo que llevaría a una investigación, en primera instancia de las autoridades, luego de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y quizá la víctima fuera considerada para una diputación plurinominal o al menos calmarían su pena dándole una camioneta, un viaje a la playa y un crédito de PYME para que iniciara su propio negocio y dejara de batallar.
¿Cómo esperaba la susodicha televisora continuar con la misma fórmula si la sociedad y los medios de comunicación ya no son los mismos? Ahora los niños ya no son felices si como premio a su esfuerzo les dan una dotación de bubulubus, una mesa de centro de muebles Troncoso y una avalancha. Y menos aún están interesado en ver un concurso que consiste en echarse de una resbaladilla con una pelota en mano e introducirla a un bote. Actualmente los menores exigen retos digitales que impliquen el uso del intelecto.
Por supuesto la televisora hizo algunos cambios en sus formatos y quizá en su forma de comunicación e incorporó algunas herramientas tecnológicas, pero en los contenidos definitivamente no dieron en el clavo. Clara evidencia de que el dinero no sirve de nada si no se tiene creatividad y al parecer no encontraron en sus filas a alguien con un dedo de frente capaz de interesar a la nueva audiencia.
No obstante que yo no soy fiel seguidora de los programas de Televisa, espero que los nuevos directivos cambien sus apuestas hacia programas inteligentes y con una temática actual. Definitivamente el mayor problema de las mujeres en esta época no es como sorprender a su marido a la hora de la comida ni como quitar la mancha de guacamole del uniforme de sus hijos. Y los hombres han diversificado su papel de macho proveedor, ahora participan de manera activa en la logística del hogar, la crianza de los niños y mantener actualizadas sus competencias cognoscitivas para no ser obsoletos en el mercado laboral.
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Escrito por LuCo
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