Los eventos extraordinarios que han ocurrido en las últimas semanas nos tienen a muchos más que asustados, angustiados y casi paranoicos; no obstante que no es para menos porque miles de nuestros compatriotas están padeciendo una verdadera pesadilla y merecen todo nuestro cariño y solidaridad.
Sin embargo millones más estamos siendo invadidos por datos que no son de utilidad, las redes sociales que ciertamente han aportado información que ayuda, están invadidas por miles de mensajes inútiles que van desde afectaciones falsas, hasta pronósticos de videntes que auguran un desastre mayor en el corto plazo.
En México tenemos la capacidad de siempre creer en las noticias catastróficas y más aún en todas las acciones que puedan victimizarnos, por lo que no es raro, que además de las afectaciones reales, millones de personas estén sufriendo de más, angustiadas porque a algún ocioso se le ocurrió decir que Madam Gazú o alguna de esas astrólogas consideradas gurús en los medios sociales de comunicación, soñó que se abriría un hoyo gigante que se tragaría todas las casas.
Y en contraste dudan de toda la información oficial respecto a que las necesidades están siendo atendidas oportunamente y hay personas encargadas de resolver la emergencia, asegurando que el gobierno trata de engañarnos y que no quiere que nos enteremos de “lo que sea que se les ocurra”.
En este contexto, algunos líderes de opinión toman ventaja para acarrear agua a su molino asegurando que ellos son los únicos que contribuyen desinteresadamente y que serían capaces de resolver cualquier situación en dos minutos. Además, algunos delincuentes aprovechan para abusar de la buena disposición de las personas para cometer sus fechorías, que van desde meterse a las casas a robar, hasta intentar abusar sexualmente de los moradores que abrieron las puertas de sus viviendas para brindar comida y atención a quien lo necesite.
Ante este panorama, me parece que sería muy oportuno que los ciudadanos activemos nuestra capacidad de selección de datos y no creamos todo lo que se dice por ahí, es importante que sólo tomemos en cuenta las medidas de atención y prevención emanada de los expertos, definitivamente es mejor escuchar a la directora del Instituto Sismológico Nacional a hacer caso al mensaje que nos llegó por whats app que asegura que el mundo se acabará la siguiente semana.
Por otra parte, no creo que sea tan útil saturarnos de informaciones trágicas difundidas por algunos medios de comunicación, que son capaces de transmitir “minuto a minuto” de la niña atrapada bajo los escombros de su escuela o de las decenas de testimonios de víctimas de la desgracia.
Por ejemplo, hace algunos años cuando la información no fluía como el agua como actualmente lo hace, recuerdo que ocurría algún hecho extraordinario como que a un niño de la colonia le habían robado la bicicleta o en la esquina de nuestra casa vivía un borracho que golpeaba a los transeúntes, los miembros de las familias preferían que las mamás y los papás no se enteraran, de entrada para que no se preocuparan de más y porque era muy probable que establecieran un toque de queda y ningún integrante de la familia saldría solo de la vivienda ni siquiera para ir a la tienda y mucho menos para jugar en la calle con sus amigos.
O que decir de cuando nuestras mamás se juntaban con sus vecinas o comadritas a comentar los últimos acontecimientos y se enteraban que fulanita estaba embarazada porque su “irresponsable madre” la había dejado salir sola con el “patán ese”; con eso bastaba para que todas las doncellas en edad de “querer y poder”, restringieran, por órdenes superiores, los encuentros con su novio a visitas supervisadas por los padres o algún hermano chaperón.
Guardando las dimensiones entre los hechos verdaderamente trágicos y los incidente no relevantes, la moraleja es muy similar, sobre todo entre las personas muy “preocuponas” y los niños, que se llenan de angustia hasta afectar su salud. En el temblor del pasado sábado 23 de septiembre, cuando nos despertó la alerta sísmica, dos mujeres murieron de un infarto ante la angustia de no alcanzar a salir de sus viviendas.
Seguramente estos fenómenos naturales con consecuencias tan lamentables, nos han permitido ver a los mexicanos que somos un pueblo muy solidario, que estamos dispuestos a tender la mano y ayudar como podamos, espero que aprendamos alguna lección como lo hicimos los que vivimos el terremoto del 85 y actuemos de manera más eficiente durante las emergencias y por favor, “si al hablar no han de sumar es mejor callar”, si a tu teléfono o redes sociales te llega alguna información con tintes amarillistas y catastrófica guárdatela, no la transmitas, y si tú la crees, busca fuentes expertas para confirmarlo/descartarlo o sólo consulta “a quien más confianza le tengas”.
Escritos por Lu Co